La joven Vanesa Santana Padilla, de 21 años de edad, fue encontrada ayer muerta por su propia madre en el interior del domicilio, en el pueblo de Valle de Santa Inés, en el municipio de Betancuria, con evidentes signos de violencia ya que presentaba un fuerte golpe en la cabeza y con una cinta alrededor de su cuello.

La Policía Judicial de la Guardia Civil, apoyados por sus compañeros de la Unidad Criminalística de la Comandancia de Las Palmas desplazados hasta la isla para colaborar en la investigación, no descarta la detención del presunto homicida de forma inmediata ya que la principal sospecha se localiza en un residente del mismo barrio donde habita la familia de la fallecida e incluso podría tratarse de un familiar cercano, según las primeras investigaciones.

Sonia Padilla, la madre de la chica asesinada, llegó de trabajar a primera hora de la tarde. Cuando accedió al interior de la vivienda ubicada en la calle San Bartolomé número 4, de Valle de Santa Inés, en unas viviendas sociales construidas hace años, descubrió en la parte alta del duplex el cuerpo de su hija Vanesa Santana, en medio de un enorme charco de sangre y que se encontraba cubierto con una manta. Los gritos de la madre alertaron a los vecinos quienes acudieron de inmediato a la vivienda descubriendo el crimen. En un primer lugar alertaron a la Policía Local de Betancuria y posteriormente a la Guardia Civil, que desplazaron a varios agentes hasta el lugar del suceso.

La primera inspección ocular determinó que la joven tenía un fuerte golpe en la cabeza y signos de haber sido forzada con un cinto o con una cuerda dado que tenía señales de opresión en el entorno del cuello. Sin embargo, en el interior de la vivienda ningún apareció el arma homicida, ni se encontraron señales de haber violentado puertas ni ventanas. Lo que si pudieron determinar los agentes de la Policía Judicial que la escena del crimen se encontraba contaminada por las personas que accedieron a la vivienda tras la alerta de la madre.

La muerte de Vanesa fue forma violenta, Era una joven muy querida no solo en su pueblo sino en la Isla. Su asesinato corrió como la pólvora lo que originó que en el entorno de la vivienda familiar se fueran concentrando familiares y amigos no solo para apoyar a la familia sino para mostrar el dolor por lo ocurrido. También acudió al lugar el alcalde de Betancuria, Marcelino Cerdeña.

La madre de la joven, Sonia Padilla, sufrió un ataque de ansiedad por lo que una ambulancia del SUC se desplazó hasta el domicilio para atenderla, aunque el personal sanitario decidió trasladarla inicialmente hasta el Centro de Salud de Antigua y los facultativos optaron por derivarla hasta el Hospital General 'Virgen de la Peña'.

El padre de la joven, Mauro Santana, trabajador del Cabildo de Fuerteventura, también se encontraba roto por el dolor por la pérdida de su hija, al tiempo que no podía comprender qué persona había sido capaz de acabar con la vida de su única hija. A pesar del consuelo de otros familiares y amigos, no podía evitar el llanto y las lagrimas por la tragedia, al igual que su hijo varón.

En la vivienda donde encontró la muerte Vanesa no había nada forzado lo que hace pensar a los investigadores que el homicida era conocido por la víctima y se encuentra en su entorno más cercano. Todo apunta a que la persona que mató a la joven accedió al interior de la vivienda a través de un patio que comunica a las viviendas sociales e incluso muchas de ellas fabricaron el patio y encima de éste una terraza con puerta. Una vecina oyó en torno a los ocho de la mañana, cuando los padres de Vanesa ya habían salido a trabajar, como alguien llamó a la puerta en dos ocasiones. La joven le abrió porque era conocido. Una vez en el interior de la vivienda nadie sabe, de momento, lo que pudo ocurrir para que acabaran con la vida de Vanesa. Eso si, quedó claro a los investigadores que el homicida golpeó con un objeto contundente en la cabeza y como quiera que la joven estaba aturdida por el fuerte golpe, le puso bien un cinto o una cuerda en el interior del cuello hasta acabar con su vida. Con sangre fría, cogió una manta de la cama y tapó el cuerpo volviendo a salir de la vivienda por el mismo lugar por el que había accedido. Eso si, no se percató que había dejado atrás un reguero de huellas, especialmente una de sus pies antes de abandonar la casa.

La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Puerto del Rosario, Ana María Sanz López y la fiscal Clara Serrano se personaron en el lugar del crimen junto a los forenses judiciales José Blanco, José Rodríguez e Iván Reyes quienes trataron de recrear los hechos del crimen y determinar las causas de la muerte, aunque no será hasta la jornada de hoy cuando se le practique la autopsia.

Desde el primer momento, los agentes de la Guardia Civil se decantaron por el entorno de la joven fallecida. Los indicios de que Vanesa conocía a su asesino era más que evidente. Le abrió la puerta porque lo conocía y, además por la trasera de la vivienda. En el entorno de los investigadores se sospechó que el autor material de la muerte de la joven se encontraba también sentado con los familiares y amigos en los aledaños de la vivienda, pero en ningún momento quisieron precipitarse y optaron por continuar atando cabos. Desde amigos, novio, exparejas y vecinos estaban en el punto de mira de la Guardia Civil. Al cierre de esta edición no se habían producido detenciones.

La joven trabajaba en un popular establecimiento comercial de Puerto del Rosario donde era muy querida dado que Vanesa Santana demostró siempre ser una gran persona y trabajadora. Sus compañeras de trabajo no daban crédito a su trágica muerte. Sus amigas, rotas por el dolor, no pudieron evitar en ningún momento el llanto y la desolación. "¿Por qué, si ella era una excelente persona? ¿Quien ha querido hacerle daño de esta manera?" se preguntaba una amiga de la infancia que no hacía sino recorrer de un rincón a otro la plaza de la ermita, mientras que otras amigas se abrazan compartiendo el dolor y buscando una respuesta a lo ocurrido.