Mientras unos padres paseaban plácidamente con sus hijos la tarde del domingo por el centro de Palma, un individuo les interrumpió abruptamente. De repente se percataron de que u n coche se dirigía a gran velocidad hacia el lugar donde ellos se encontraban, en sentido contrario al de la circulación. Los pequeños se refugiaron en un garaje y los progenitores en un portal. Agentes de la Policía Local de Palma detuvieron poco después al conductor, de 42 años, por un presunto delito de coacciones.

Los hechos ocurrieron sobre las ocho y media de la tarde del pasado domingo en la calle Portella de Palma. Dos niños de 11 años y otro de 13 paseaban por dicha calle y sus padres caminaban detrás, a unos 20 metros de distancia, sin perderles de vista.

De repente, un coche irrumpió a toda velocidad en dicha calle en dirección prohibida. Desde el primer momento, los padres se dieron cuenta de que el conductor circulaba mucho más rápido de lo habitual en las angostas calles del centro de la capital balear, además de hacerlo en sentido contrario al permitido.

Ante el temor de que el coche pudiera arrollar a sus hijos, los adultos gritaron a los menores para que se refugiaran para evitar ser arrollados por el vehículo. Los niños se guarecieron en un garaje. Mientras, los progenitores se resguardaron en un portal de dicha calle. El conductor parecía tener la clara intención de atropellarlos.

Por si quedaba alguna duda, el sujeto que iba al volante dio marcha atrás al vehículo para proseguir con su acción intimidatoria. El turismo se situó en las proximidades del lugar donde se encontraban los adultos y los menores.

Conducción marcha atrás

Uno de los padres aprovechó la ocasión y le abrió la puerta del coche para preguntarle al conductor por qué hacía eso y para recriminarle que les estaba poniendo en peligro. "¡Estoy hasta los cojones de ver a peatones por aquí!", espetó airado el sujeto que iba al volante. A continuación prosiguió el camino y metió en el vehículo en el garaje de una vivienda, situada unos metros más adelante en esa misma calle.

Las víctimas de este absurdo intento de atropello siguieron atentos sus movimientos y se fijaron en el domicilio en el que se había introducido con el coche para denunciarle de inmediato. A continuación, los padres avisaron a la Policía Local para hacerles constar la pesadilla que acababan de vivir y el evidente riesgo que suponía para los tres niños, de 11 y 13 años, que les acompañaban.

Acto seguido, una patrulla llamó al timbre del sujeto que conducía y le preguntaron por su temerario comportamiento al volante. “Los peatones me molestan. Les doy caña y se quitan de mi camino”, replicó con evidente chulería a la pregunta formulada por los agentes. Su bravuconería fue aún más allá. Cuando los policías le pidieron la documentación les ofreció “un millón de euros si cambian el atestado”.

Lejos de hacerle caso ante su insinuación de sobornarles, los policías le detuvieron por un presunto delito de coacciones. También tenía el carné de conducir retirado por orden judicial desde el pasado mes de noviembre.