Un acusado de 70 años aceptó ayer en la Audiencia de Palma una pena de dos años de prisión por una agresión sexual a una niña de once años a la que introdujo a la fuerza en su domicilio en Manacor, donde la sometió a tocamientos íntimos mientras la tenía agarrada por el cuello con un brazo a finales de abril de 2014.

El sospechoso, que es pensionista y que padece un trastorno por alcoholismo, se declaró autor de un delito de agresión sexual a una menor de 13 años ante el tribunal de la sección primera.

La sala dictó sentencia 'in voce' y le impuso dos años de cárcel, la medida de cinco años de libertad vigilada, la prohibición de aproximarse y comunicarse con la víctima durante ocho años y que indemnice a la perjudicada con 2.000 euros.

El septuagenario no ingresará en prisión porque el tribunal le ha suspendido la condena por un periodo de tres años en el que no podrá volver a delinquir y con la condición de que se someta a un programa de deshabituación del alcohol y que pague la indemnización a lo largo de un año con unas cuotas de 170 euros mensuales.

La Audiencia de Palma tuvo en cuenta que el sospechoso es un delincuente primario, la pena impuesta no supera los dos años de cárcel y ha presentado un plan de pago para satisfacer la responsabilidad civil. El letrado defensor había pedido que se le suspendiera la pena y la fiscalía no se había opuesto.

La sala le condenó por un delito de agresión sexual con la circunstancia eximente incompleta de trastorno mental, ya que en el momento de los hechos el hombre padecía una dependencia al alcohol que disminuía sus capacidades intelectivas y volitivas, pero no las anulaba. El septuagenario se enfrentaba inicialmente a una petición de pena de la fiscalía de siete años de prisión y ayer se conformó con dos años.

Los hechos ocurrieron el pasado 26 de abril de 2014, sobre las cuatro y media de la tarde, cuando el acusado se aproximó a una niña de once años que se encontraba en la calle en Manacor. El hombre la agarró fuertemente por un brazo y la introdujo en su vivienda, que se hallaba muy cerca de allí.

Una vez en la casa, besó a la menor por la cara en repetidas ocasiones y, mientras la tenía agarrada por el cuello con un brazo, introdujo la otra mano por debajo de la ropa de la niña y la sometió a tocamientos íntimos, en contra de la voluntad de la víctima. Al final, la menor logró zafarse de su agresor y se marchó del lugar.