"Los problemas empezaron después de la boda. Mi madre estaba muy desmejorada, se adelgazó. Él le decía que quería divorciarse, luego no, luego sí. Es una persona bipolar, siempre cambiaba de opinión. Al final, ella ya no quería estar más con él. Mi madre me dijo que no aguantaba más, que se quería ir, que se venía a mi casa". Uno de los hijos de Celia Navarro Miguel, la mujer de 56 años asesinada presuntamente por su marido, José María C.G., en noviembre de 2016 en su domicilio en Son Cotoner, ha detallado hoy en la segunda sesión del juicio con jurado en la Audiencia de Palma cómo su progenitora se fue deteriorando tras casarse con el sospechoso.

"Él era muy posesivo, no soportaba la relación tan buena que ella tenía con nosotros. Nosotros somos una piña. Él decía: ´Esto me da envidia, yo nunca lo he tenido, ¿de verdad os juntáis cada fin de semana?´", ha destacado otra hija de la víctima. Todos los familiares han coincidido en que la fallecida no tenía problemas con el alcohol. "Bebía como todo el mundo, una cerveza o una copa de vino cuando nos reuníamos", ha recalcado uno de los testigos.

El acusado, profesor de instituto de 61 años que estaba de baja por depresión, ha escuchado impasible, sentado junto a su abogado, las declaraciones de los hijos de su esposa. La fiscal solicita para él una pena de 25 años de prisión por asesinato por estrangular a su mujer, tras propinarle una paliza y pegarle en la cabeza con una tetera de forja el pasado 15 de noviembre de 2016.

Unos días antes del crimen, una vecina oyó a la pareja discutir en su domicilio de la calle Margarita Xirgu, en Palma. "Les oí discutir, él hablaba más pausado, le decía ´ayer ibas borracha´ y ella gritaba y gritaba pero no se le entendía", ha apuntado. Otro vecino de la finca también escuchó otra disputa conyugal: "Me iba a trabajar de madrugada, bajaba por la escalera y escuché que estaban discutiendo".

Un yerno de la mujer asesinada ha recordado que el encausado era muy tacaño. "No ha pagado un café en su vida", ha indicado en la vista oral. "Mi madre me decía que a veces no tenía para comer porque él no compraba para comer. Yo le decía que viniera a vivir a mi casa. Luego, ella me decía que él le había dicho que iba a cambiar y que iban a estar bien", ha recordado uno de los hijos de la fallecida. Otra hija ha calificado a su progenitora como una "mujer luchadora" y "autosuficiente", que jamás se le habría pasado por la cabeza suicidarse. "Una vez se llevó de casa una fiambrera con garbanzos, se adelgazó mucho tras casarse, mi madre se quedó que no era ni la mitad de lo que ella era física y psíquicamente", ha hecho hincapié una hija.