Un juzgado de Palma ha condenado a tres años de prisión a Arsim B., un ciudadano serbio de 50 años considerado por la Policía como uno de los ladrones más veteranos y profesionales de Europa, por robar 356.653 euros en las oficinas del Grupo Cursach en el polígono de Son Valentí tras realizar tres butrones a mediados de diciembre de 2014. El acusado, junto con otra persona sin identificar, abrieron tres agujeros en las paredes del edificio hasta llegar a la cámara acorazada, donde se encontraba la caja fuerte. Tras reventar el dispositivo de seguridad, lograron hacerse con el cuantioso botín y huyeron del lugar.

El magistrado ha impuesto la pena máxima al sospechoso, tres años de cárcel, como responsable de un delito de robo con fuerza en las cosas con la circunstancia agravante de disfraz, ya que actuó con ropa oscura, guantes y un gorro que impedía verle el rostro y así evitaba ser identificado.

En concepto de responsabilidad civil, el juez ha fijado una indemnización de 356.653 euros por el dinero sustraído al Grupo Cursach Ocio y otros 7.640 euros por los desperfectos ocasionados. La sentencia, que aún no es firme, también decreta el comiso de todo el material utilizado para perpetrar el robo y que fue abandonado en las oficinas.

El magistrado fundamenta la condena de tres años de prisión en la "cuidadosa preparación del hecho, la desusada y gran energía criminal desplegada en su ejecución y el cuantioso botín obtenido", lo que pone de relieve "la especial gravedad del hecho y la peligrosidad de los autores".

Los ladrones no dejaron rastro de su golpe al tratarse de verdaderos profesionales. Precisamente, Arsim B. es sobradamente conocido por la Policía de Barcelona como supuesto cabecilla de una organización dedicada a cometer importantes robos por el procedimiento del butrón, es decir, abriendo agujeros en las paredes.

"Que no hubiera huellas o vestigios que permitieran identificar a los autores del robo es algo lógico porque se trató de un robo perfectamente organizado, estudiando durante un tiempo con todo cuidado el lugar y movimientos, en el que se había planeado perpetrarlo y dedicando en esa planificación días y medios (como fue la adquisición de herramientas y material con el que acceder a la caja fuerte de la empresa), lo que evidencia una profesionalidad (criminal) con el consiguiente y exquisito cuidado de no dejar rastro que pudiera incriminar a los autores", detalla el juez.

Según se declara probado, los hechos ocurrieron el domingo 14 de diciembre de 2014, pasadas las ocho de la mañana, cuando Arsim B., junto con otro compinche, ambos vestidos con ropa deportiva oscura, guantes negros y un gorro tipo pipo para evitar ser identificados, acudieron a las oficinas del Grupo Cursach, ubicadas en la calle Fertilizadora en el polígono de Son Valentí de Palma.

Mediante el empleo de varias herramientas como mazas, un hacha, pico, sierra de arco, un martillo electroneumático, amoladora, brocas y discos de corte, útiles adquiridos entre los días 1 y 12 de diciembre de 2014, los ladrones cortaron la valla perimetral del recinto hasta llegar a una puerta metálica de emergencia, donde violentaron el ojo de buey, para poder accionar la maneta de apertura de la puerta.

Así, accedieron a las oficinas y, una vez dentro, sellaron con cinta adhesiva las puertas de cristal y los sensores de humo para evitar que se activara la alarma. Acto seguido, avanzaron por un pasillo hasta llegar a una sala o cocina, donde realizaron un primer butrón en la pared, lo que les dio paso a un pequeño cuarto donde practicaron un segundo agujero, que les permitió acceder a los despachos, colindantes a la cámara acorazada. Allí, realizaron un tercer butrón para finalmente romper la cámara acorazada y la caja de seguridad con la maza y las numerosas herramientas que llevaban. En el interior, encontraron 356.653 euros que hicieron suyos y se dieron a la fuga. A consecuencia de estos hechos, ocasionaron desperfectos en la caja fuerte y en las oficinas por importe de 7.640 euros. El acusado negó los hechos, pero la Policía Nacional le reconoció en las grabaciones de los comercios en los que compró las herramientas. Para el juez, él tenía pleno dominio del robo.