Las repetidas incursiones nocturnas de un hombre en una cuadra de Alcúdia para mantener sexo con una yegua y una potra han sacado a la palestra la práctica de la zoofilia, tipificada desde 2015 en el Código Penal español como agresión sexual y maltrato animal, castigado con hasta un año de prisión. Un hombre de 54 años, de nacionalidad colombiana, fue detenido por su presunta implicación en estos hechos. Los animales, por su parte, sufrieron lesiones y heridas en la vagina causadas con un palo. ¿Qué es lo que mueve a alguien a tener sexo con animales?

"Es un caso de zoofilia en el que también se aprecian tendencias sádicas", apunta el psicólogo Jaume Reynés, especializado en el tratamiento de este tipo de parafilias. El especialista resalta la dificultad que presenta tratar este "trastorno psiquiátrico".

Esta parafilia se convierte en una obsesión permanente del sujeto que la padece. "Es un impulso muy fuerte hacia una conducta sexual desviada sobre la que no tiene autocontrol", precisa Reynés.

De hecho, el zoófilo se ve impelido a repetir esta conducta desviada. "Si no tiene sexo con un animal tiene mucho dolor, es como un síndrome de abstinencia. En el mejor de los casos, es la única forma que tiene de sentir placer", abunda.

La zoofilia o bestialismo está incluida dentro de las parafilias sexuales. El adicto a esta práctica sexual desviada suele ser consciente de que su conducta es socialmente repudiada. Más aún desde que hace tres años fue incluida como delito. Así, el artículo 337 del Código Penal, en su reforma de 2015, califica esta desviación como un delito de agresión sexual y maltrato animal.

Normalmente, el zoófilo lleva una doble vida. Una parte, la convencional, en la que guarda las apariencias y otra en la que da rienda suelta a sus más bajos instintos. En este sentido, el detenido por violar a una yegua y a una potra estaba casado, con dos hijos. "La persona sufre mucho internamente, monta una coartada. Su primera línea de exhibición es la normal", puntualiza Reynés.

"La potencia del impulso sexual era tal que iba a una propiedad privada y saltaba la verja por la noche para tener sexo con los animales. Era una obcecación, porque, al parecer, lo había repetido en varias ocasiones", subraya el especialista.

El complejo tratamiento de un zoófilo, por un tiempo mínimo de un año, no garantiza en absoluto su curación. "Hay que tratar de que controle el impulso, en muchos casos con medicación, para que no se provoque la conducta desviada", destaca. Reconducir su parafilia, en la mayoría de los casos, se antoja imposible.

Patologías al ser humano

Por su parte, ante un caso de supuesta zoofilia el prestigioso forense Javier Alarcón toma muestras al humano para certificar que practica esta parafilia. "En muchos casos se acredita por las patologías que se transmiten a la persona como brucelosis, amibiasis, leptospirosis o parasitosis que están en el aparato gastrointestinal del animal", puntualiza.

La violación de la yegua y la potra en Alcúdia no es el único caso de zoofilia del que se tiene constancia en Balears. En octubre de 1988 Antonio Heredia fue juzgado en Maó por la violación, asesinato y necrofilia de una joven francesa en Ciutadella. En la vista salió a relucir que copulaba con perros a los que luego mataba. En Ourense, en 1990, un hombre murió aplastado por una piedra cuando tenía sexo con una gallina.