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Seguridad

Policías para todo en el centro turístico de Palma

La Policía Local refuerza su presencia en las zonas más concurridas de la ciudad para hacer frente a la llegada masiva de visitantes de la temporada alta

Un turista en busca de un cajero, otro que quiere saber la antigüedad del olivo de Cort, un grupo de músicos tocando demasiado alto, una comerciante a la que se le ha colado una paloma en la tienda... Todos son atendidos en cuestión de minutos en el centro de Palma por una pareja de agentes de la Policía Local, que ha reforzado su presencia en la zona para la temporada alta turística. "Somos multitarea. Atendemos todo tipo de intervenciones, tanto informativas como los servicios urgentes que puedan surgir", resume un oficial.

Es media mañana y cuatro cruceros acaban de descargar a miles de turistas en el puerto. El día es algo desapacible, pero las calles del centro empiezan a llenarse de visitantes. Tres parejas de policías recorren a pie la zona. Forman parte de los 210 agentes que al menos hasta el mes de octubre trabajarán más horas de lo habitual: compaginarán su labor diaria en las diferentes unidades con estas patrullas peatonales en los enclaves más concurridos de Palma.

El contacto periódico con los comerciantes es una de sus principales tareas. Los policías se entrevistan con ellos para presentarse y darles la dirección de correo electrónico del policía de barrio para que remitan sus quejas. "Si alguna vez necesitas algo ya sabes cómo encontrarnos. Pero si es un servicio urgente hay que llamar al 092", puntualiza uno de los policías a una comerciante, a la que seguirá visitando durante toda la temporada alta.

"El principal problema de esta zona son los carteristas. Muchas veces los turistas van a pagar y descubren que se la han robado. Los delincuentes van disfrazados de turistas para pasar desapercibidos", explica Elisa Reus, dueña de una tienda de complementos de la calle Jaume II, que lamenta también la presencia de vendedores ambulantes en la zona. "Más que afectar, molesta por la nula regulación. Yo pongo a la venta las imitaciones que venden ellos y se me cae el pelo", comenta. A lo largo de la mañana, los policías visitan otras tres tiendas entre Cort y la plaza Mayor para pulsar el sentir de los comerciantes y dar respuesta sus quejas y sugerencias.

La mañana discurre con calma. Los policías son conscientes de que los carteristas y los vendedores ambulantes desembarcarán en masa más adelante, cuando se acerque el verano. "Si no se actúa a tiempo contra ellos se corre el riesgo de que haya un efecto llamada", valora un mando de la Policía Local.

En su ruta por el corazón de la ciudad, los agentes ejercen varias veces de informadores. "¿Cuántos años tiene este olivo?", pregunta un grupo de italianos ante el Ayuntamiento. Otros preguntan por la catedral, una cafetería emblemática o un cajero cercano. "Hay que bajar el volumen", pide uno de los policías a un grupo de músicos que toca en la plaza de Cort. "Es una actividad que no está regulada. Tenemos un acuerdo tácito con ellos para que no se adueñen de los sitios, cambien el repertorio y no toquen más de una hora en el mismo lugar para no causar molestias", señala uno de los agentes.

En su recorrido por la calle Jaume II una comerciante les pide ayuda. Una paloma se ha colado en la tienda, llena de clientes, y no hay forma de sacarla. Un agente se enfunda los guantes, coge el pájaro y lo saca a la calle. La mujer, aliviada, agradece su colaboración.

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