A pesar de los 1.573 días transcurridos desde que su hija Malén desapareció sin dejar rastro, Alejandro Ortiz ni pierde la esperanza de saber qué ocurrió. Tampoco la Guardia Civil, que tras la resolución de casos similares como el de Diana Quer, está decidida a dar un impulso a unas pesquisas aparentemente en punto muerto. "Están revisando el caso desde cero. La semana pasada me reuní con ellos, los vi muy implicados. El comandante me prometió algo muy bonito: que la van a buscar con cariño", resume Ortiz, que asume que sería "un milagro" encontrar viva a su hija y se muestra cada vez más convencido de que a Malén se la llevó alguien que la conocía. Además, está decidido a plantar cara en los tribunales a quienes han "manchado el nombre" de su hija con "especulaciones y mentiras".

Ortiz se entrevistó la semana pasada con el comandante de la Policía Judicial, Francisco Martínez. "Llevaba dos años sin tener ningún contacto con la Guardia Civil. Hace unos meses llegó el nuevo comandante y lo he visto muy volcado en el caso, con mucha profesionalidad", destaca. La reunión duró una hora y fue una primera toma de contacto entre el máximo responsable del caso y el padre de la adolescente. Ortiz salió satisfecho del encuentro: "Vi que se lo toman como algo personal, están implicados. Me hicieron sentir cómodo. Quieren revisar todo el caso desde cero para encontrar algo que se haya podido pasar por alto. Y me prometieron buscarla con cariño", afirma.

Para los investigadores, el caso es una espina clavada. Las innumerables gestiones realizadas para encontrar un hilo del que tirar han acabado siempre en callejones sin salida, por lo que el juzgado de Palma que instruía el asunto acabó archivando la causa. Pero la resolución del caso de Diana Quer, la joven madrileña desaparecida en agosto de 2016 cuyo cadáver fue hallado a finales del año pasado en Galicia, ha animado a los agentes a revisar los asuntos pendientes, con la esperanza de dar con la pista definitiva. "Les he entregado cualquier cosa que pueda servir. Encontré un teléfono antiguo de Malén y lo lleve para que miraran si podía haber algo interesante", cuenta.

A Alejandro Ortiz le deja un sabor agridulce ver cómo se resuelven investigaciones parecidas a la de su hija. "Por un lado, demuestra que siempre puede aparecer algo que aclare lo que pasó. Pero también pienso que algo se hizo mal para que mi hija siga desaparecida", explica. El padre de Malén sigue cuestionando que los primeros días se apuntara a una desaparición voluntaria, lo que a su juicio hizo perder "un tiempo precioso" para aclarar lo ocurrido. Con todo, Ortiz no oculta que se teme lo peor. "Creo que Malén está muerta. Sería un milagro que apareciera viva, y no estoy para creer en milagros", sentencia el hombre.

El padre de la adolescente tiene su propia teoría acerca de lo ocurrido aquella tarde del 3 de diciembre de 2013, cuando Malén se apeó del autobús escolar en la rotonda de Piratas de Magaluf, descubrió que no tenía llaves de casa y llamó a su novio para ir a la suya, en Son Ferrer. "Alguien que la conocía tuvo que llevársela. Es muy difícil coger a alguien por la fuerza y meterla en un coche a plena luz del día sin que nadie vea nada, por mucho que la zona en invierno no sea muy concurrida", sostiene. "Su teléfono se apagó tres minutos después de que una cámara la captara caminando tranquilamente. Algo tuvo que pasar en ese tiempo".

Derecho al honor

Alejandro Ortiz está decidido también a combatir judicialmente "las mentiras y especulaciones" sobre la propia Malén, él mismo y su otro hijo. "He tenido que escuchar de todo. Que yo le di una paliza a mi hija al pillarle en la cama con un chico, que soy narcotraficante, que Bruno [su hijo pequeño] estaba implicado en la desaparición... He contactado con una abogada para demandar a todos los que han manchado nuestro nombre", explica.

Ortiz tiene también en mente crear su propia asociación para que otros familiares que se encuentran en su misma situación sepan cómo actuar. "Se oyen auténticas barbaridades en casos como el de Gabriel Cruz", el niño desaparecido en Almería y hallado muerto 13 días después. Su objetivo es poder ofrecer asistencia jurídica para poder actuar contra quienes vierten comentarios vejatorios sobre las víctimas.