Pau Rigo se vio en un callejón sin salida. El hombre, de 77 años, había entregado a los dos atracadores todo el dinero que tenía, pero no les pareció suficiente y le propinaron una paliza para conseguir más. "Les dio 10.000 euros y no se conformaron. Le pegaron golpes por todo el cuerpo, empezaron a destrozar la casa... Mis padres se metieron en un cuarto. Pensó que al no encontrar más dinero iban a matarlos. Mi padre cogió una escopeta, salió y disparó a uno de ellos", explicó ayer Guillem Rigo, uno de los hijos de la pareja, a DIARIO de MALLORCA. El anciano seguía ingresado en el hospital de Manacor por las lesiones sufridas. "Tiene la cara morada, la nariz rota y muchos golpes. Está hecho polvo, muy afectado por todo lo que ha pasado", afirmó su familiar. La Guardia Civil, que seguía ayer volcada en encontrar a los delincuentes huidos con el botín, quiere tomarle declaración en cuanto reciba el alta, investigado por un delito de homicidio.

La del sábado fue la segunda visita de la misma banda de ladrones al chalé del camino de s'Olivar, a las afueras de Porreres, donde viven Pau Rigo y Apol·lònia Mestre. "En diciembre ya les entraron a robar los mismos. Actuaron de la misma manera. Les pegaron y se llevaron el dinero que había", contó el hijo del matrimonio. Fuentes policiales explicaron que en aquella ocasión los delincuentes lograron hacerse con 35.000 euros. La pareja, atemorizada por las amenazas de muerte recibidas si denunciaban el robo, no informó de lo ocurrido ni a la Guardia Civil ni a la Policía Local de Porreres.

El sábado, la banda decidió volver al chalé en busca de más dinero. "Llegaron por la parte de detrás. Dejaron el coche en un camino y llegaron a pie. Debieron de estar vigilando la casa hasta que mi padre salió", aventuró el hijo. Eran las nueve de la mañana cuando dos hombres se abalanzaron sobre Pau Rigo en el jardín de la vivienda y le hicieron entrar a la fuerza. El anciano no ofreció resistencia y franqueó el paso a los intrusos hasta sus cajas fuertes. Allí tenía muchas monedas, fruto de la recaudación de las máquinas tragaperras de su empresa, que ha vendido hace pocas semanas, y algunos billetes. "Les dio todo lo que tenía, unos 10.000 euros. Pero no se conformaron, querían más", explicó el hijo de los ancianos. "Entonces empezaron a pegarles. Le dieron muchos golpes en la cara y a mi madre la tiraron al suelo", afirmó. La mujer, en declaraciones a IB3, avaló esta versión. "Me han pegado una patada y me han tirado al suelo. Creían que habría más dinero y nos han empezado a pegar", aseguró.

Los dos delincuentes, enfurecidos por lo que consideraban un botín escaso y convencidos de que allí había más dinero, se ensañaron con el anciano. "Empezaron a destrozar la casa. Subían y bajaban, rompiéndolo todo...", relató Guillem Rigo. Desesperados, los atracadores se confiaron. El matrimonio pudo refugiarse en una habitación. Casualidad o no, allí guardaba el anciano sus escopetas de caza, ya cargadas. "Pensó que iban a matarlos, porque más dinero no había. Mi padre cogió una escopeta, salió y le disparó a uno". Fue un tiro a bocajarro en el abdomen, mortal de necesidad, como confirmó ayer la autopsia al cadáver de Mauricio E.B., un colombiano de 25 años con varios antecedentes por robo.

El anciano alertó de lo ocurrido y fue trasladado al hospital de Manacor, donde ayer seguía recuperándose de las heridas sufridas. "Tiene muchos golpes. La cara morada, la nariz rota, un bulto en la cadera, dolor en la espalda... Está muy afectado por lo que ha pasado", explicó su hijo Guillem. La Guardia Civil quiere interrogarlo en cuanto salga del hospital.

El anciano y su mujer viven en Porreres desde hace décadas, pero tenían previsto mudarse a ses Salines. Allí, donde él nació, acaban de construirse una casa. Y precisamente en ese municipio residía y a veces trabajaba el atracador fallecido y sus tres hermanos. El matrimonio asegura que no conocía de nada al delincuente, salvo del atraco sufrido a finales de diciembre. La Guardia Civil está convencida de que Mauricio E.B. y sus compinches escogieron a Pau Rigo como víctima tras obtener buena información sobre sus movimientos, su acomodada posición y el dinero que tenía en casa.