El supuesto pederasta no pasaba desapercibido. El hombre utilizaba dos vehículos de lujo, un Ferrari y un Jaguar, ambos de color rojo, para impresionar a los adolescentes a los que pretendía captar. Con estos automóviles se dejaba ver por zonas frecuentadas por menores, como parques, polideportivos y centros escolares.

El dato de los coches empleados por el acusado fue de gran utilidad para la Policía cuando empezó a investigar el caso tras recibir la primera denuncia. En pocos días, los investigadores consiguieron identificarlo y detenerlo. Aunque inicialmente quedó libre, semanas después fue encarcelado.