La Audiencia de Palma ha condenado a penas que suman tres años y nueve meses de prisión a una mujer por desvalijar a la anciana a la que cuidaba en la ciudad entre 2014 y 2015. La cuidadora acusada se aprovechó de la avanzada edad de la víctima y de la demencia que sufría al estar aquejada de Alzheimer para apoderarse de todas sus joyas, valoradas en 54.520 euros, y hacer que su entonces pareja sentimental realizara dos extracciones de 300 y 350 euros en un cajero de la zona de Portopí con la tarjeta de crédito de la perjudicada.

El tribunal de la sección segunda ha rebajado un año la condena inicial al estimar parcialmente el recurso de apelación interpuesto por la defensa de la cuidadora. La sala no ha apreciado la continuidad delictiva en el delito de hurto agravado. Por ello, ha reducido la pena de tres a dos años de cárcel, además de otros 21 meses de prisión por un delito de estafa con la agravante de abuso de confianza.

En este caso, también fue condenada una segunda sospechosa, la entonces pareja de la principal acusada. Esta mujer fue sentenciada a 13 meses de cárcel por estafa y receptación con la circunstancia eximente incompleta de alteración psíquica. Según se declara probado, esta segunda acusada en la fecha de los hechos sufría una psicopatología que limitaba su esfera intelectovolitiva, sin llegar a anularla. Así, era una persona vulnerable, de fácil abordaje y manipulable.

La Audiencia de Palma ha confirmado el resto de la resolución judicial y mantiene intactos los hechos probados. De esta manera, la principal encausada en enero de 2014 fue contratada para trabajar como cuidadora de una anciana aquejada de Alzheimer de una familia acomodada de la ciudad en su casa. Debido a un problema puntual de salud de la acusada, los primeros 15 días fue sustituida por su pareja.

Durante su trabajo, ambas sospechosas se percataron del estado de salud de la víctima y de la gran cantidad de joyas que esta guardaba en una arqueta cerrada con llave. La principal encausada averiguó la contraseña de su tarjeta de crédito. Aprovechando la demencia que padecía, durante su trabajo que acabó en marzo de 2015, se fue apoderando de todas las alhajas peritadas en 54.520 euros. A mediados de marzo, le cogió su tarjeta y encargó a su pareja que sacara 300 y 350 euros. También le dio una alianza y un pendiente para que los vendiera en casas de empeño. La anciana perjudicada finalmente falleció a mediados de mayo de 2017, por lo que no pudo declarar en el juicio celebrado en Vía Alemania.