Tras el desastre del sábado, ayer surgió un resquicio de esperanza. Santiago Sánchez, propietario de un taller de aluminio en el polígono de Marratxí, creía que toda su nave se había quemado en el devastador incendio. Le costará olvidar cómo las enormes llamas engullían las instalaciones de la calle Licorers durante la tarde del sábado. Ayer de madrugada, se personó una vez más en la zona para seguir de cerca la evolución del fuego. Las previsiones apuntaban a que su empresa había ardido. Horas después, por la mañana, regresó a la zona cero. "Hemos llegado con los bomberos hasta la puerta de mi nave. No tenemos daños graves. Al final, no es tan grave como se preveía", aseguraba Sánchez con una media sonrisa, pero con el rostro visiblemente cansado por las horas de angustia que ha pasado.

"Nosotros podemos respirar. Hemos tenido suerte. Gracias a los bomberos y al viento que giró se salvó mi nave", reconocía el dueño de Talleres Sánchez Ruiz.

La otra cara de la moneda era Lluís Abadia, propietario de la empresa distribuidora de artículos de souvenir. Su negocio quedó arrasado por las llamas. Él también pudo aproximarse hasta la entrada de su nave y vio cómo seguían quemando varios rescoldos. Lo perdió todo. El género que almacenaba para la próxima temporada turística quedó reducido a cenizas. El paisaje que encontró tras la fachada de su empresa era desolador.

Lo mismo ocurría con la gran nave de serigrafía y estampación de camisetas. La estructura era un esqueleto humeante de hierros retorcidos. En su interior, todo quedó reducido a un amasijo de chatarra, destrucción pura. "Pude ver una foto de la nave el sábado por la noche y todo estaba al rojo vivo. Como una barbacoa. El suelo era naranja, como un horno", detallaba un testigo.

"Estas dos naves están muy afectadas. La nuestra y las de los vecinos solo tienen daños en las paredes, pero nada más. Se podrán salvar. Mi pared está cuarteada", indicaba Santiago Sánchez, cuyo negocio ocupa unos 500 metros cuadrados. "Al inicio del fuego sacamos dos máquinas y dos camiones a tiempo", añadía.

Mientras tanto, los bomberos seguían ayer arrojando agua desde un camión autoescala. El alcalde de Marratxí hablaba con varios afectados. Y un perito venido de la península trataba de captar clientes tras el desastre para pleitear con las aseguradoras y lograr una elevada indemnización.