"No tengo ninguna duda de la autoría del crimen. El autor de este hecho es el señor Arnau". Así de contundente se ha mostrado hoy al mediodía el entonces jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional que investigó el asesinato en el bar de Porto Cristo durante su declaración en la segunda sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia de Palma.

El investigador ha destacado los numerosos indicios que incriminan al sospechoso, Arnau M.N., de 53 años, que lleva preso desde el verano de 2014. El encausado, vestido con camisa y corbata, ha escuchado sin inmutarse al antiguo jefe de Homicidios. Ayer, negó los hechos y dijo ser víctima de una trampa. La fiscalía solicita para él una condena de 22 años de prisión por asesinato y tenencia ilícita de armas.

El inspector policial ha explicado hoy que se encontró su huella en una taza de café en la barra del bar de Porto Cristo y que ese vestigio era reciente y no del día anterior porque la hija del fallecido dejó muy claro que había limpiado todos los vasos la tarde anterior. Además, los vídeos de las cámaras de seguridad del taller del acusado, así como las búsquedas que realizó a través de internet desde hacía un año, cuando presuntamente se enteró de que su mujer le era infiel, junto con el revólver intervenido en un escondrijo cerca del foso del taller apuntan a la misma persona, Arnau, según ha recalcado el policía.

El agente ha recordado que la víctima, Ángel Abad, se hallaba detrás de la barra. Sufrió dos disparos en el pecho y el cuello la mañana del 24 de junio de 2014. "Tenía una servilleta en la mano, no le dio tiempo a taparse las heridas", ha apuntado el testigo. Según su versión, encontraron su cartera allí y la caja registradora también, por lo que descartaron que se tratara de un robo. Al indagar sobre su entorno, averiguaron que mantenía una relación extramatrimonial con la mujer de Arnau. "En Porto Cristo era vox populi, todo el mundo lo sabía. El hermano del fallecido nos confirmó que se seguían viendo", ha señalado el jefe de la investigación. Luego, la esposa de Arnau corroboró que el día anterior al crimen estuvo hablando con él un par de veces. Según indicó, el dueño del bar le dijo "'el jefe' ha estado aquí", refiriéndose a Arnau M.N. La tarde anterior Arnau fue al establecimiento y se tomó un café. "Esa fue la primera vez, nunca había entrado en el bar antes", ha destacado el policía.

Durante un registro en el taller de coches del acusado en Porto Cristo, apenas a diez minutos andando del bar de la víctima, la Policía Nacional encontró un papel encima del teclado del ordenador con una anotación en la que se podía leer: "Lo siento, perdóname, yo te perdono, te amo, gracias". Los agentes intervinieron tres armas, pero luego se comprobó que ninguna se utilizó en el crimen. El acusado tenía licencia y es un experto tirador.

Al analizar las cámaras de seguridad del taller, los investigadores comprobaron que la tarde anterior Arnau abandonó su negocio, cuando ya estaba cerrado, con una bolsa de asas en la que presuntamente llevaba el revólver. Al día siguiente, a las 7,42 horas de la mañana, se le ve entrar en el local con la bolsa. La Policía cree que ya había cometido el crimen. Entonces, escondió el arma en un agujero, junto al foso, se cambió de ropa, se puso un mono de mecánico más corto y el que llevaba lo quemó en un bidón con una garrafa de gasolina, según ha relatado el exjefe de Homicidios. En las imágenes, se le ve como va y viene con el recipiente de combustible y, antes de abrir el taller, se pone a dar saltos y hacer estiramientos en el foso "para liberar tensión". Ese dia, abrió el negocio veinte minutos más tarde del horario habitual.

El responsable de la investigación también ha hecho hincapié en las búsquedas que Arnau realizó por internet a partir del 27 de junio de 2013, un año antes del asesinato, cuando creen que él se enteró de que su esposa le era infiel. Entonces, buscó por la red el nombre de la víctima y otras cuestiones como por ejemplo cómo fabricar un silenciador o una pistola casera o una pistola bolígrafo. Y también se interesó por un arma en concreto.

Por último, un mes después del asesinato, en agosto de 2014, en un tercer registro en el taller del encausado la Policía Nacional descubrió el revólver con seis cartuchos en un escondrijo gracias a la colaboración de un grupo especial desplazado desde Madrid que se dedica a localizar dobles fondos. Ese sí era el arma del crimen. Los investigadores constataron que las balas alojadas en el cuerpo del fallecido habían sido disparadas con ese revólver. La munición empleada, con punta de plomo, no es muy común, ya que es muy agresiva, según han manifestado hoy otros policías.

El juicio con jurado prosigue mañana en la Audiencia de Palma con nuevas declaraciones de los peritos.