El acusado de asesinar de dos disparos de revolver al amante de su esposa en junio de 2014 en Porto Cristo ha asegurado hoy en el juicio en el que se enfrenta a 22 años de cárcel que desconoce cómo llegó a su taller mecánico el arma con la que se cometió el crimen. "Alguien me tendió una trampa", ha argumentado.

"No sé nada", ha respondido reiteradamente a preguntas de las acusaciones sobre búsquedas en internet en el ordenador de su negocio referidas a armas, fabricación de silenciadores, cómo dar una paliza, contratación de sicarios y sobre su mujer y el hombre que supuestamente tenía con ella una relación que él ha dicho desconocer.

El acusado, A.M.N., ha señalado que la taza con sus huellas dactilares encontrada en la barra del bar donde presuntamente mató a Ángel Abad, de 61 años, estaba allí porque había acudido a tomar café la tarde de la víspera y que si en su bolsa de trabajo había pólvora es porque llevaba en ella armas y munición cuando iba al campo de tiro deportivo que solía frecuentar.

El hombre, en prisión preventiva desde 2014, se enfrenta a una solicitud de pena de 20 años por asesinato y de 2 años por tenencia ilícita del arma del crimen, además de al pago de una indemnización de 250.000 euros para la mujer y la hija de la víctima.

A.M.N. ha explicado que en ocasiones acudía al bar de Ángel Abad a tomar café, que su ordenador era empleado por esposa, su hija e incluso clientes del taller, que no tenía ningún revolver, que estaba separado de su esposa, aunque convivían por el bien de su hija, y que se medicaba para atenuar los efectos de la depresión, afirmaciones que han contradicho diversos testigos posteriormente.

Ha insistido en su defensa en que las búsquedas incriminatorias desde su ordenador podían ser obra de otra persona o de "un hacker" y que el taller en el que al tercer registro encontraron el revolver no había sido precintado, por lo que el arma pudo haberse puesto allí para tenderle una trampa.

La que entonces era su esposa, hoy divorciada de él, ha testificado que había tenido una relación sentimental con la víctima cuando era soltera y que la que mantenían en el momento de los hechos era "de amistad", aunque "a escondidas" de su marido, del que no estaba separada, y de la familia del asesinado, quien la víspera del crimen le avisó de que el acusado había ido a tomar café a su bar, en el que antes nunca había entrado, según han manifestado la viuda y su hija.

La mujer del procesado ha apuntado que jamás utilizó el ordenador del taller, ha confirmado que él estaba profundamente deprimido, pero que no se medicaba, y ha añadido que pensaba que desconocía su relación con Ángel Abad.

También han dicho desconocerla la mujer y la hija de la víctima, quienes sí sabían que dos décadas antes el hombre había tenido una relación extramatrimonial con la que después se convirtió en esposa del acusado.

La hija, que trabajaba en el bar regentado por su padre donde fue asesinado, ha indicado que era "imposible" que un café de la víspera siguiera sobre la barra a primera hora del día siguiente, cuando se produjo el crimen con el establecimiento aún cerrado al público.

Las dos familiares directas de la víctima han manifestado que había sufrido pinchazos de las ruedas de su coche y que fue atropellado por un turismo cuyo conductor se dio a la fuga.

El presidente del club de tiro deportivo a que acudía el procesado ha dicho que en los meses previos al asesinato le vio practicar con un revolver.

El juicio, que se celebra ante el tribunal del jurado de la Audiencia provincial, seguirá mañana.