Uno de los dos maestros del colegio Madre Alberta de Palma encargados de la actividad escolar de orientación en las inmediaciones del centro educativo en la que una alumna de 14 años fue atropellada mortalmente por un taxi el pasado 26 de abril defendió la semana pasada en el juzgado que la prueba era segura y la directora del colegio le respaldó. Ambos comparecieron en la sede de Vía Alemania para prestar declaración en calidad de testigos.

El profesor manifestó que tanto a él como a su compañero, que ya ha declarado ante la juez como investigado por homicidio imprudente, les pareció más seguro que los alumnos cruzaran la calle Miguel Lladó al inicio de la prueba que empezar desde la acera contraria, sin necesidad de atravesar la calzada. Esta actividad ya llevaba varios años realizándose de esta manera.

Mientras, la directora de Madre Alberta indicó que ella desconocía los detalles y el desarrollo de la prueba y delegó en los profesores esta cuestión. También delegó en los maestros los términos de seguridad de la actividad. La responsable del colegio apoyó a los dos docentes al explicar que si ellos consideraron que era más seguro cruzar la calle para realizar la prueba y decidieron hacerlo así, pues que estaba de acuerdo. Pese a que estos testigos coincidieron en que no era peligrosa la actividad, este curso actual se ha suspendido la carrera de orientación.

Por otro lado, la versión ofrecida por los investigadores es diametralmente opuesta. Los policías locales de Palma que investigaron el atropello mortal ratificaron en el juzgado que hubo una imprudencia grave. Los agentes también acudieron la semana pasada al juzgado de instrucción número 5 de Palma, encargado de investigar los hechos, y corroboraron el atestado policial sobre el accidente.

El informe policial es muy contundente, ya que carga contra los profesores encargados de la actividad y el taxista que arrolló a la menor, quien falleció el 3 de junio en el hospital de Son Espases debido a las gravísimas lesiones sufridas, su responsabilidad en los hechos. Los agentes concluyeron que los dos maestros eligieron de forma errónea el lugar de inicio de la prueba, ya que los alumnos se vieron obligados a cruzar la calzada de forma apresurada por una zona no habilitada. Además, no modificaron el punto de partida, pese a la existencia de un camión averiado estacionado en esa misma zona, que impedía la visibilidad. Según el atestado, el taxista circulaba a velocidad excesiva, al menos a 64,07 kilómetros por hora en un tramo donde el límite máximo permitido es de 50 kilómetros por hora, extremo que negó el conductor, quien insistió en que iba a menos velocidad. Los agentes también destacan que no cumplió el código de circulación, ya que debería haber aminorado la marcha al haber un colegio próximo y ante la presencia de niños.

Los policías recalcaron que cuando tomaron declaración al taxista este les dijo que antes de entrar en la calle vio "trui de nins". Por ello, el chófer debería haber reducido la velocidad, según su versión. El conductor modificó este aspecto en su declaración judicial y apuntó que no observó a los alumnos, sino a siete u ocho padres en la zona.

Ahora, el abogado de la acusación particular Daniel Castro ha solicitado al juzgado que declare el policía local que elaboró el informe sobre la velocidad del taxista, así como los alumnos que fueron testigos del atropello.

Los dos profesores manifestaron que no vieron el siniestro, ya que estaban de espaldas a la calzada hablando con varios alumnos. El maestro que compareció la semana pasada como testigo recordó que su compañero no siempre cruzaba a los escolares cogiéndoles del brazo e insistió en que le pareció más seguro hacer la prueba así. La directora dijo que no sabía los pormenores de la actividad y delegó en los docentes.