Cuando la inquilina de una vivienda, situada en la calle Pablo Iglesias de Palma, se disponía a abrir la puerta, la llave no giraba. La mujer, de nacionalidad moldava, llegaba a casa en compañía de sus dos hijos, de cinco y ocho años. La desagradable sorpresa se completó al ver sus enseres arrojados a la vía pública. Tras telefonear al 092, agentes de la Policía Local de Palma detuvieron al propietario del inmueble como presunto autor de los delitos de coacciones y allanamiento de morada.

Los hechos ocurrieron sobre las nueve y cuarto de la noche del pasado miércoles. Una mujer se disponía a entrar con sus dos hijos pequeños en la vivienda que había alquilado hace tan solo dos meses en la calle Pablo Iglesias de Palma. Lo primero con lo que se topó fue con sus pertenencias en el exterior. En vista de que la llave no podía hacer girar la cerradura, llamó a los servicios de emergencia.

A continuación, una patrulla de la Policía Local de Palma se personó en el lugar. Para tratar de averiguar lo que había ocurrido, los agentes se entrevistaron con ambas partes.

En primer término, los policías le preguntaron a la inquilina qué era lo que había ocurrido. La mujer explicó que había firmado hacía dos meses un contrato de alquiler y que residía desde entonces en dicha vivienda en calidad de inquilina.

Acto seguido, los agentes de la Policía Local se dirigieron a las personas que se encontraban en el interior de la vivienda para que les contaran su versión de los hechos. Entre los moradores estaba un hombre que decía ser el dueño del inmueble, otro hombre y dos mujeres.

Cuando los funcionarios le preguntaron al propietario si había alquilado este inmueble, este lo reconoció abiertamente. En concreto, afirmó que el contrato había sido firmado por ambas partes entre el 26 y el 27 de mayo.

Para corroborar sus palabras, el dueño de la vivienda de la calle Pablo Iglesias mostró a los agentes un documento de lo que decía ser el contrato de arrendamiento suscrito. El arrendador entregó a los policías un papel con las supuestas condiciones pactadas.

Un documento precario

Una vez que los policías examinaron el documento se percataron de lo precario de este y lo indefinido. El papel estaba manuscrito y no figuraba la fecha en la que se había suscrito el contrato de arrendamiento ni la duración del mismo.

El comportamiento del arrendador del inmueble,de 35 años y nacionalidad española, desconcertó a los policías, ya que el sujeto no tenía reparos en reconocer que había alquilado la vivienda a la mujer. Pese al compromiso que había suscrito con la inquilina con un documento firmado por él de por medio, no le daba la menor importancia.

El único argumento que utilizó el propietario para rescindir, de manera unilateral, el contrato de arrendamiento que había formalizado con la inquilina el pasado mes de mayo carecía de la menor validez jurídica. "Me he cansado", espetó a los policías.

Los agentes le hicieron constar al arrendador que era "una ilegalidad" romper por su cuenta el vínculo que había establecido con la arrendataria. "¡No me voy, si quieren me detienen!", espetó el propietario. Los agentes de la Policía Local le tomaron la palabra y le detuvieron como presunto autor de los delitos de coacciones y allanamiento de morada.

Asimismo, los efectivos de la Policía Local arrestaron en la casa a un hombre, moldavo de 31 años, y a dos mujeres -una española de 38 y una boliviana de 37- como colaboradores necesarios.