Diagnósticos de supuestas enfermedades de los animales para los que no hacía las correspondientes pruebas y cobraba precios desorbitados, falta de medidas higiénicas, cadáveres en el frigorífico sin bolsas estancas y no había avisado para que se los retiraran. Estas irregularidades, entre muchas otras, han sido detectadas en una clínica veterinaria de Palma. La Guardia Civil, a través del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), ha investigado al propietario como presunto autor de los delitos de maltrato animal y estafa.

La investigación del Seprona se inició después de recibir en las últimas semanas 16 denuncias, tanto de particulares como de asociaciones en defensa de los animales, contra una clínica veterinaria situada en el Camí de Jesús de Palma. Los denunciantes advirtieron en el comportamiento del veterinario numerosas irregularidades y mala praxis.

De acuerdo con las denuncias presentadas al Instituto Armado, el veterinario aventuraba un diagnóstico de supuestas enfermedades del animal de manera temeraria y sin hacer las pruebas correspondientes que avalaran su valoración. Eso sí, en cada visita exigía al cliente que le abonara una abultada suma de dinero que luego iba aumentando al tiempo que modificaba su dictamen inicial sobre la marcha.

Así, el veterinario, de doble nacionalidad ecuatoriana y británica, reclamaba que le abonasen unos 500 euros en una visita y luego aumentaba con la administración de pastillas u otros supuestos tratamientos.

Los denunciantes se percataron de que el individuo carecía de los equipos adecuados para los diagnósticos ni parecía tener la formación necesaria para detectarlos. En consecuencia, podría causar daños y lesiones a los animales que supuestamente estaba tratando.

Ante esta serie de denuncias recibidas, el Seprona pidió la colaboración de un veterinario del Servicio de Ganadería de la conselleria de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca y realizaron una minuciosa inspección de la controvertida clínica veterinaria.

En el transcurso de la inspección, los agentes del Seprona detectaron numerosas infracciones. Entre estas destacaban las pésimas condiciones higiénico sanitarias de las instalaciones. La clínica no estaba inscrita en el registro de la conselleria y no gestionaba correctamente los registros que se generan en un centro de estas características. El aparato para realizar el radiodiagnóstico a los animales tampoco contaba con la preceptiva autorización de Industria.

Cadáveres en el frigorífico

Uno de los aspectos que despertó los mayores interrogantes entre los investigadores del Seprona fue el tratamiento que hacía de los cadáveres de los animales. En el frigorífico de la clínica veterinaria del camí de Jesús había cuerpos de una docena de perros y gatos. Los sacos que los almacenaban no estaba correctamente cerrados. Los agentes de la Guardia Civil indagan cuál es el destino final de estos restos orgánicos. El procedimiento habitual es pagar a técnicos de Son Reus, o de alguna empresa privada autorizada, para que los retiren con todas las garantías sanitarias.