La Policía Local de Palma ha concluido en un minucioso informe técnico que era imposible para el taxista que arrolló a una alumna del colegio Madre Alberta el pasado 26 de abril haber evitado el atropello teniendo en cuenta la velocidad a la que iba, al menos 64,07 kilómetros por hora, y la distancia entre el punto de colisión y el punto de percepción posible de la peatón, unos 10,5 metros.

Los agentes destacan que, en el momento del impacto, el conductor no tuvo tiempo de reaccionar. De hecho, de la manifestación del taxista a los investigadores policiales se extrae que no realizó ninguna maniobra evasiva antes de arrollar a la menor de 14 años, que finalmente falleció en el hospital de Son Espases falleció en el hospital de Son Espases el pasado 3 de junio debido a las gravísimas lesiones sufridas. "No pudo hacer nada para evitar el atropello", según él declaró. No tuvo tiempo de frenar ni de girar el volante para esquivar a la víctima.

Su manifestación coincide con la inspección ocular del accidente que realizaron los especialistas de la Policía Local de Palma. Los agentes no encontraron huellas de frenada, pero sí una marca de arrastre del neumático delantero derecho del taxi, como consecuencia del choque con la peatón.

Los investigadores tienen en cuenta que el taxista no pudo ver el inicio de la trayectoria de la menor desde que bajó de la acera porque un camión averiado estacionado le impedía la visibilidad. Así, solo pudo ver a la adolescente una vez esta rebasó el camión aparcado, cuando ella y el vehículo se encontraban a cerca de 1,5 metros y 10,5 metros, respectivamente, del punto de colisión. Tras analizar estas distancias y la velocidad a la que iba el taxi, los agentes concluyen que el siniestro era inevitablesiniestro era inevitable.

Según el informe policial, el accidente es inevitable frenando por parte del taxista, ya que necesitaba más de 30 metros para detenerse y, en realidad, solamente le separaban algo más de diez metros de la peatón cuando pudo detectarla.

Tampoco resulta evitable el atropello realizando una maniobra de giro con el volante dado que la distancia de reacción es también superior a la distancia que le separaba de la víctima, según se desprende del atestado.

La Policía Local de Palma analiza en este informe el grave siniestro ocurrido en la calle Miguel Lladó, en los alrededores del colegio Madre Alberta, donde un grupo de unos 30 alumnos realizaba una actividad de orientación.

Para que el taxi hubiera podido evitar el accidente frenando a tiempo su velocidad debería haber sido cercana a los 30 kilómetros por hora. Los agentes consideran que en el caso de que hubiera circulado a 50 kilómetros por hora hubiera podido intentar evitar el atropello con una maniobra evasiva de giro hacia la izquierda.

Según las estimaciones de los investigadores, en el momento del impacto con la peatón el taxi iba a una velocidad como mínimo de 64,07 kilómetros por hora, una velocidad excesiva ya que el límite en ese tramo viario es de 50 kilómetros por hora.