Dos jóvenes de origen búlgaro acusados de trata de seres humanos negaron ayer en el juicio en la Audiencia de Palma haber captado a dos compatriotas en su país para luego obligarles a mendigar en la isla. Los dos sospechosos, que se enfrentan a sendas peticiones de condena de 14 años de prisión por parte de la fiscalía, rechazaron haber pagado el billete de avión de Bulgaria a Palma a las dos víctimas. Según su versión, los perjudicados se lo inventaron todo y les denunciaron porque se enfadaron cuando estos les echaron de casa. Además, querían robarles lo que guardaban en la caja fuerte de su casa, en Santa Ponça.

Los dos encausados explicaron que acogieron en su domicilio a los dos compatriotas en noviembre y diciembre de 2016 para ayudarles ya que todos ellos son de la misma localidad y a uno de ellos lo conocían de muchos años atrás. Según recordaron, se los encontraron en dos ocasiones distintas en el aeropuerto de Palma. Los dos les comunicaron que habían viajado a la isla para trabajar recogiendo fruta, pero aquí no pudieron contactar con quienes les habían contratado y por ello les pidieron si podían quedarse a dormir en su casa.

Los dos sospechosos, que permanecen presos desde enero de 2017, aseguraron que permitieron a los dos compatriotas residir de forma temporal en su vivienda en Santa Ponça. Según su versión, dormían en el salón en un sofá cama y ambos disponían de un baño y un armario para ellos dos. También tenían llaves de casa, por lo que podían entrar y salir del domicilio libremente. Los acusados negaron tenerlos sometidos, controlados, así como obligarles a dormir en el suelo y prohibirles comer de sus alimentos. Descartaron haberles amenazado y obligarles a mendigar en un aparcamiento junto a un supermercado en Santa Ponça.

Los dos encausados negaron también haber propinado palizas a los denunciantes. "Yo no le golpeé, ni lo he tocado", destacó uno de los jóvenes, al parecer, experto en artes marciales. Su compinche añadió: "No les pegábamos, les tratábamos como amigos". Ambos recalcaron que unos días después de Nochevieja los dos llegaron a casa borrachos y se pegaron entre ellos en la terraza. Uno golpeaba al otro con la barra de la antena. "Salimos a la terraza y les dijimos 'tenéis una semana para abandonar la casa'. No queremos problemas con los dueños ni con la Policia", relató uno de los sospechosos. Este hecho, según ellos, propició la denuncia y su posterior detención.

Inyección en el pene

Uno de los acusados también negó haber propuesto a uno de los compatriotas inyectarle en el pene una sustancia para provocarle una erección prolongada y obligarle a prostituirse con otros hombres. "Nunca le he ofrecido una cosa así. Él siempre estaba borracho y últimamente se drogaba", apuntó.

Los sospechosos también trataron de justificar la gran cantidad de monedas que halló la Policía Nacional ocultas en el habitáculo de la rueda de repuesto del coche y también en distintas partes de la casa, unas 1.200 monedas. Según su versión, este dinero no procedía del ejercicio de la mendicidad, sino que era del cambio de la compra y también porque habían comprado monedas en Bulgaria porque les resultaba más barato. Según detallaron, guardaban este dinero para luego pagar las facturas, por ejemplo, de la luz.

La Policía también les intervino en la caja fuerte de su domicilio unos 2.300 euros. "La mitad era mío y la otra mitad del otro acusado, de nuestros trabajos. Yo vendía coches en Bulgaria. Teníamos dinero ahorrado. En Mallorca queríamos abrir una empresa de construcción", manifestó uno de los jóvenes. Su otro compinche declaró que él se dedicaba a la construcción en Londres.

Por su parte, las dos víctimas no comparecieron ayer en el juicio y las diligencias para localizarlas resultaron infructuosas. La defensa aportó un vídeo en el que uno de los perjudicados se desdice de su denuncia. "Esta gente ahora quiere decir la verdad. Estamos en la cárcel sin ninguna culpa", lamentó uno de los sospechosos.

El alcalde del pueblo de Bulgaria de donde son originarios ayer se personó en el juicio y declaró como testigo. Según indicó, uno de los denunciantes es una persona conflictiva, mentirosa y que tiene problemas con el acohol y las drogas.

Los policías que intervinieron en el caso recordaron que una de las víctimas fue engañada y pensaba que viajaba a las Bahamas para recoger naranjas. Dos agentes destacaron que al registrar la casa hallaron una estancia que olía mal, sin ventilar, con ropa sucia y con colchones en el suelo donde dormían los perjudicados.