Una de las prioridades establecidas para reconstruir el brutal crimen de Juan Antonio Florit en Sencelles fue tratar de localizar el cuchillo utilizado para acabar con su vida. Agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil inspeccionaron ayer los pozos de la finca en busca del arma.

La presencia de los buceadores del Instituto Armado en pleno Pla de Mallorca llamó poderosamente la atención. Su misión, esta vez, distaba mucho del mar. Su objetivo era escudriñar los pozos de la finca del camino de Son Creixell, donde acudía con frecuencia la víctima, para ver si el asesino se había deshecho allí del arma del crimen.

La búsqueda planteaba una serie de complejos problemas de visibilidad a los submarinistas. Más allá de la turbia agua contenida en el aljibe, los sedimentos acumulados en el fondo representaron el principal escollo para completar su labor. Durante buena parte de la mañana, se dedicaron a buscar intensamente el cuchillo con el que había sido asesinado Juan Antonio Florit. Finalmente, los expertos del GEAS tuvieron que desistir sin encontrar rastro del arma del crimen de este hombre de 57 años.

El cordón de la Guardia Civil había sido situado a unos 300 metros de distancia del domicilio donde había sido asesinada la víctima. Efectivos de la Policía Judicial y del Laboratorio Criminalístico ultimaban los detalles de la minuciosa inspección ocular para dar con el paradero del autor del crimen. También acudieron agentes de la Policía Local.

Mientras, Sencelles no se había repuesto aún de la profunda impresión que había causado el asesinato de Juan Antonio Florit. Nadie acertaba ayer a entender quién podría haber acabado con su vida y cuál era el móvil del salvaje crimen.

"Un hombre de diez"

"Era un hombre de diez. Muy educado y amable. Siempre tenía una buena palabra con todo el mundo", subrayó ayer un vecino de la víctima en el camino de Son Creixell. La hipótesis inicial de que el móvil del crimen pudiera ser un robo despertó cierta psicosis entre los residentes en este paraje apartado del municipio.

"Me he acercado para ver si también habían entrado en mi casa. He mirado y no he echado nada en falta", apuntó un residente a escasos metros del lugar donde fue asesinado Juan Antonio Florit. "Han entrado hace poco en varias casetas", indicó otro lugareño.

En el municipio era casi imposible encontrar a nadie que no se deshiciera en elogios hacia la víctima. "Aunque no solía entrar en el bar, siempre saluda amablemente a todo el mundo", resaltó el dueño de un concurrido establecimiento de la localidad.

La inquietud también se había instalado entre muchos residentes. Nadie se atrevía a descartar que el autor del crimen no fuera vecino del pueblo.