Un agente de la Guardia Civil ha denunciado en el juzgado los graves daños que sufrió su coche cuando estaba estacionado en el aparcamiento subterráneo de la sede de la Comandancia, en la calle Manuel Azaña de Palma. Según la denuncia, le rajaron las cuatro ruedas, le agujerearon el capó con un cuchillo y le hundieron una puerta a patadas. La investigación interna abierta por la Benemérita para localizar al autor de los destrozos acabó sin resultado, por lo que el juzgado ha archivado caso. Y ello pese a las elevadas medidas de seguridad del recinto, con cámaras y vigilancia permanente, y donde solo tienen acceso los miembros de la plantilla de la Guardia Civil y sus familiares que residen en la casa cuartel.

Según la denuncia, presentada en el juzgado de guardia de Palma en junio del año pasado, el guardia descubrió los daños cuando se dirigía, junto a su mujer, a coger el coche. Lo había dejado estacionado la noche anterior en su plaza, en el interior del parking subterráneo que hay en el edificio de la Comandancia de la Guardia Civil, en Palma.

La pareja se encontró con que el vehículo, un Seat Altea, tenía los cuatro neumáticos rajados. Además, en el capó había dos agujeros provocados al parecer con un cuchillo de gran tamaño, mientras que en la puerta trasera izquierda había una gran abolladura causada por una patada, en la que se apreciaban marcas de suelas de zapatillas.

La mujer del guardia, que estaba embarazada de dos meses, sufrió un ataque de nervios y tuvo que ser recogida por su hermana y trasladada a casa de su madre junto al hijo de la pareja, de cuatro años.

El dueño del coche alertó de lo ocurrido a los mandos de la Comandancia, que ordenaron que se iniciara una investigación interna. Un equipo de investigadores de la Policía Judicial realizaron una detenida inspección ocular, tomaron las huellas dactilares del capó y fotos de las suelas de las zapatillas visibles en en el vehículo.

Un mes después, ante la falta de resultados de esta investigación, el guardia presentó la denuncia en el juzgado de guardia.

Sin embargo, el juzgado también ha decidido archivar el caso, habida cuenta de que las pesquisas realizadas por los investigadores no han permitido identificar al responsable de los daños.

En la denuncia en poder del juzgado se hace hincapié en las restricciones de acceso al aparcamiento subterráneo. Una parte del parking se utiliza para estacionar los vehículos oficiales de la Guardia Civil, mientras que la otra está destinada al aparcamiento de los vehículos particulares de los oficiales y guardias que residen en la casa cuartel.

La entrada al estacionamiento tiene una vigilancia permanente, tanto en los accesos como en el interior, con guardias de servicio y cámaras de seguridad. Todo ello implica que el autor de los daños tenía que ser guardia civil o familiar de uno de ellos.

El guardia destaca que el único coche con desperfectos era el suyo, por lo que suponía que se trataba de un ataque o un intento de intimidacion contra él, por parte de alguien que le conocía.

El denunciante además pudo acotar las horas en las que se produjeron los desperfectos, entre las diez y cuarto de la noche, cuando había dejado el vehículo estacionado en su plaza, y las dos y cuarto de la tarde del día siguiente, cuando descubrió el acto vandálico.

El guardia añade en la denuncia que la acción le había ocasionado una gran preocupación, en especial ante las visibles cuchilladas que había atravesado el capó del coche. Se mostró especialmente contrariado ante el hecho de que tanto él como su familia seguían residiendo en la misma casa cuartel y aparcando su vehículo en la misma plaza

Los daños en el coche ascendieron a 760 euros, incluido el cambio de las cuatro ruedas.