El mallorquín encarcelado por narcotráfico en Cabo Verde abandonó ayer la huelga de hambre que mantenía desde el día 1 de este mes. Juan Fernández Bustos anunció que suspendía "temporalmente" la medida de protesta e insistió en que fue condenado a 15 años de prisión de manera injusta y sin pruebas. "Proclamo y proclamaré mi inocencia hasta el final de mis días. No he cometido ninguno de los delitos por los que fui condenado", afirmó en un comunicado.

Bustos apuntó al "sufrimiento incalculable" que ha causado a su familia y a un "repentino empeoramiento" de su estado de salud como factores decisivos para cesar en la protesta. En las más de dos semanas que ha permanecido en huelga de hambre ha perdido unos 16 kilos. El mallorquín agradece "las palabras de ánimo y esperanza" que ha recibido en los últimos días y el apoyo del cónsul de España en Cabo Verde. El diplomático visitó a Fernández Bustos hace unos días tras las críticas por la falta de ayuda por parte de la embajada española en el país africano desde su encarcelamiento.

El preso incidió de nuevo en que está entre rejas injustamente. "He vivido estos 16 días entre la esperanza de que se haga justicia y la rabia de haber sido condenado por actos en los que no participé, al estar sufriendo una detención ilegal. Jamás fui detenido en flagrante delito y no existe en el proceso ninguna prueba contra mí", aseguró.

Fernández Bustos se mostró además confiado en que "los errores cometidos en este proceso" sean corregidos por el Supremo Tribunal de Justicia de Cabo Verde y sea puesto en libertad. Este órgano judicial debía revisar la sentencia en septiembre pasado, pero debido a la complejidad de la causa demoró su resolución hasta el próximo mes de mayo. Este retraso fue uno de los motivos que llevaron al mallorquín y al canario Carlos Alemán, condenado en la misma causa, a iniciar la huelga de hambre.

Ambos fueron arrestados en Cabo Verde junto a otras cuatro personas -entre ellas otro mallorquín- en noviembre de 2014 por su vinculación con un alijo de 521 kilos de cocaína, el segundo mayor decomiso de droga en la historia del país africano. Según la Policía, introdujeron el cargamento, cuyo destino final era Europa, en un barco procedente de Brasil. Ambos negaron cualquier relaciones con los estupefacientes, que fueron interceptados en una caravana de coches y no en la embarcación.

Un tribunal los declaró autores de delitos de tráfico de drogas agravado, lavado de capitales y asociación criminal y condenados a 15 años de prisión. Desde su arresto permanecen recluidos en la cárcel de Ribeirinha. Ambos recurrieron la sentencia ante el Supremo Tribunal de Justicia y están a la espera de que este órgano se pronuncie.