Madiop Diagne se había convertido en los últimos años en un caso paradigmático de la completa integración de un africano en Mallorca. Su profundo conocimiento del castellano y del catalán y su trato exquisito le habían llevado a convertirse en un auténtico referente. Hasta el punto de que la Obra Cultural Balear le había galardonado con un premio por su defensa explícita de la lengua catalana. También era el interlocutor que siempre elegían sus compatriotas senegaleses cuando tenían que regularizar su situación en la isla o tenían que comparecer ante la Policía, gracias a la manifiesta fluidez con la que se desenvolvía al utilizar diferentes idiomas.