Un hombre ha sido condenado en Palma a cuatro años y cuatro meses de prisión por maltratar de forma habitual a sus dos hijos, un niño de 5 y una chica de 15. Según la sentencia, confirmada ya por la Audiencia Provincial, las agresiones se sucedieron durante al menos dos años y consistieron en bofetadas, puñetazos, empujones y golpes con objetos por suspender asignaturas o no realizar correctamente las tareas escolares o domésticas. El fallo declara al padre autor de dos delitos de maltrato habitual y otro de lesiones y, además de la pena de prisión, le impone una orden de alejamiento de las víctimas y ordena indemnizarlas con 700 y 600 euros respectivamente.

El caso salió a la luz en marzo de 2014 cuando la adolescente, tras una agresión, explicó a un profesor de su instituto que sufría malos tratos por parte de su padre. La menor había entregado el boletín de notas a su progenitor, que se enfadó porque había suspendido dos asignaturas. Le dio un puñetazo y la empujó contra una columna y una ventana, causándole lesiones en el brazo y la cara. Los dos niños fueron declarados entonces en situación de desamparo y el Institut Mallorquí d'Afers Socials (IMAS) asumió su tutela. Ambos necesitaron tratamiento psicoterapéutico.

Durante dos años

Los malos tratos se habían sucedido, según declara probado la sentencia, al menos desde 2012, cuando la menor tenía 15 años y su hermano, cinco. La adolescente explicó que comenzaron cuando su madre ingresó en prisión y cada vez que el hombre llegaba enfadado del trabajo pagaba con ella su mal humor. Una de las agresiones se produjo cuando el procesado se enteró de que su hija tenía contacto con la nueva pareja de su madre, golpeándola con el palo de una escoba en las piernas y los brazos.

Otro día el hombre regresó de hacer la compra y culpó a su hija de no haber apuntado en la lista un paquete de magdalenas. Le dio dos puñetazos en el brazo mientras ella estaba cocinando. En otra ocasión, el procesado entró el dormitorio de la menor, donde estaba con una amiga suya, y les preguntó si querían ver una película con él. Le dijeron que no porque estaban mirando una cámara de fotos nueva que tenían. Al poco rato, el hombre regresó, rompió la cámara tirándola al suelo y con un bote de aerosol golpeó a su hija en la cabeza tres o cuatro veces.

También explicó que una vez su padre regresó a casa y al comprobar que ella no había terminado de fregar los platos le propinó un golpe con una sartén en la cabeza y que otro día recibió un puñetazo en la cabeza cuando ambos estaban en la oficina del hombre.

El hijo pequeño presenció varias de estas agresiones y sufrió otras. Una se produjo en la furgoneta del padre, cuando al niño se le cayó el chupete, se puso a llorar y recibió dos golpes en las piernas. Otra tuvo lugar cuando el menor le enseñó el cuaderno de los deberes para preguntarle si estaban bien y el acusado, enfadado por las malas notas que sacaba, le golpeó en la cara con la libreta, dejándole la marca de las anillas en la cara.

El padre siempre negó haber agredido a sus dos hijos y apuntó a un complot de la madre de estos como origen de la denuncia y las acusaciones de los niños. Pero tanto el juzgado de lo penal que enjuició los hechos como el tribunal de la sección primera de la Audiencia, que revisó el caso tras el recurso presentado por el hombre, consideran veraz y creíble el relato de las víctimas.

La sentencia declara al hombre autor de dos delitos de maltrato habitual y otro de lesiones. En total, le impone penas que suman cuatro años y cuatro meses de prisión, además de órdenes de alejamiento que le prohíben acercarse o comunicarse con sus dos hijos durante tres años. Además, el padre deberá indemnizar a su hija, ya mayor de edad, con 700 euros y a su hijo con 600 por los daños morales causados.