Concesionarios de coches de lujo, naves industriales donde los almacenaban, talleres mecánicos donde los manipulaban y gestorías donde supuestamente se le facilitaba nueva documentación del vehículo sustraído. Sobre estos ejes versó la mayor operación de la Guardia Civil contra el robo de turismos de gama alta y de motos de agua en Mallorca.
Entre estos vehículos de gama sustraídos por la trama se encontraban dos Lamborghini Gallardo, valorado cada uno en unos 100.000 euros. Uno fue recuperado en Alemania y otro en Málaga. El dueño del superdeportivo hallado en el primer país, también germano, ofrecía una recompensa de 10.000 euros a quien diera una pista fiable que condujera a su paradero.
A primera hora de la mañana, efectivos del Instituto Armado se desplegaron por concesionarios de coches y naves industriales en Son Castelló. El operativo se extendió a un domicilio y a un taller de es Rafal.
Los investigadores de la Guardia Civil acompañados del detenido -en presencia de la secretaria judicial coordinada por el juzgado de instrucción número nueve, que entiende de la causa- inspeccionaron las dependencias en busca de documentación.
El otro punto neurálgico de las actuaciones era el polígono Son Castelló, Un todoterreno de la Guardia Civil permaneció ayer estacionado en la puerta de un concesionario de Gran Via Asima mientras los expertos examinaban la documentación de los vehículos.
"Es algo rutinario, siempre me lo registran", apuntó el dueño del establecimiento. "Es normal que la Guardia Civil examine la documentación del titular del vehículo para los que vendemos coches de segunda mano", indicó el propietario restando importancia al registro. Los agentes del Instituto Armado trataban de averiguar si estos coches tenían dueño conocido y si el número de bastidor y el modelo del vehículo se correspondía con el que figuraba en los papeles.
A escasos metros de distancia, en Gremi Boters, se registraron varias naves industriales que almacenaban varios de estos vehículos de gama alta robados.
Uno de los hallazgos más llamativos fue el de un camión repleto de motos de agua supuestamente sustraídas. El robo de estos vehículos acuáticos podía reportar unos suculentos beneficios y menores dificultades para conseguir sacarlas de la isla.
A estas motos acuáticas sustraídas en Mallorca era fácil encontrarles un comprador fuera de la isla. En un camión o dentro de una furgoneta se podrían transportar de contrabando estos vehículos a otras provincias españolas o al extranjero sin demasiadas dificultades.
Este entramado de ladrones de coche tenía toda la logística para sustraer un coche de lujo y sacarlo de Mallorca sin despertar sospechas. Los mecánicos se encargaban de modificarle el número de bastidor y, por medio de la supuesta connivencia de una gestoría de Palma, podían hacer que estos datos figuraran en su documentación.
Proyección internacional
Al tener una proyección internacional, la actuación de la Guardia Civil se hizo en estrecha colaboración con la policía alemana. De hecho, las autoridades germanas informaron de que uno de estos vehículos de gama alta, un Lamborghini Gallardo, que había sido robado a su dueño cuando estaba estacionado en aparcamiento de sa Teulera, lo habían recuperado.
Los investigadores también se llevaron abundante documentación de una gestoría de Palma, próxima a los juzgados de Via Alemania, por si había colaborado activamente en facilitar la actividad de estos delincuentes.
La espectacular 'Operación Prunarium Novurania' culminó en la tarde de ayer con el registro voluntario al que accedió someterse el presunto cabecilla de esta organización. El detenido pretendía escenificar así su colaboración con la justicia.
Sin embargo, el 'cerebro' de esta trama de robo y contrabando de coches de alta gama en Mallorca era un viejo conocido de los investigadores. Su nombre ya había salido a relucir hacía un año por su supuesta relación con la sustracción de siete vehículos de lujo del depósito municipal de Son Toells.
Un total de siete vehículos habían sido sacados de manera irregular de estas dependencias por medio de la utilización de documentación falsa. La calidad de las falsificaciones era muy buena, entre los que se encontraban supuestos autos judiciales. Los indicios apuntaban a que los ladrones pudieran contar con compinches en el depósito, donde trabajan policías locales y empleados de la grúa.
Un agente sorprendió a un presunto estafador cuando pretendía quedarse con un automóvil. A partir de este instante, fue el comienzo del fin de esta trama.
