Un juzgado penal de Palma inició ayer la vista oral contra los cabecillas del clan de 'Los Benabad', que están en prisión provisional por otra gran causa por narcotráfico que estalló el pasado verano en la denominada operación 'Iron Belt', por tener un invernadero y un laboratorio con más de mil plantas de marihuana en el edificio de su familia en el Coll den Rabassa en enero de 2014.

La fiscalía solicita para los seis acusados, tres de ellos en prisión, sendas condenas de cuatro años y medio de cárcel por un delito contra la salud pública y otro continuado de defraudación de fluido eléctrico, ya que supuestamente tenían la plantación conectada a la red pública para no pagar el suministro de luz que consumían. Entre los sospechosos se encuentran los líderes del clan, los hermanos Marcos y José Manuel Benabad, así como su padre y un tío. Los otros dos encausados son una mujer y un joven que tenían alquilados tres pisos y una habitación de la familia Benabad, respectivamente, donde la Guardia Civil descubrió los invernaderos de marihuana. Esta pareja ayer exculpó al clan e indicó que los propietarios de los domicilios no tenían nada que ver con las plantas incautadas.

Los abogados defensores en las cuestiones previas pidieron la nulidad del auto de entrada y registro del edifico de la calle Judit en el Coll den Rabassa, en Palma, al considerar que no estaba motivado y era desproporcionado. Los letrados alegaron que se habían vulnerado los derechos de sus representados. La fiscal se opuso a la nulidad y argumentó que existía una investigación previa de la Guardia Civil con seguimientos y vigilancias. El juez resolverá en sentencia la cuestión de nulidad.

Los dos hermanos Benabad se desvincularon de las plantas y cogollos de marihuana intervenidos en los domicilios de su propiedad. Uno de ellos explicó que no vivía allí y que no conocía a los inquilinos. "Yo no sé nada de lo que había en los pisos. Es una barbaridad que nadie se hubiera dado cuenta", manifestó. El otro hermano dijo que solo iba a casa a dormir y que le alquiló la habitación de su hijo a un conocido. En ese dormitorio infantil la Guardia Civil encontró ocho kilos de cogollos secos. El acusado recordó que arrendó tres pisos a una mujer por mil euros. Su padre dijo no saber nada porque estaba en tratamiento psiquiátrico y otro familiar indicó que algo intuyó al ver unos tubos por el patio de luces.

El joven inquilino admitió que tenía marihuana para fumar con sus amigos en el piso. Y la mujer alegó que fue engañada y que no sabía que aquello era ilegal.