La Audiencia de Palma ha condenado a cuatro años y medio de prisión a la cuidadora de una anciana por estafarle cerca de 60.000 euros en dos años al cobrar una treintena de cheques de la víctima, que en aquellas fechas tenía 84 años, tras manipularlos y aumentar las cantidades. El tribunal de la sección primera considera a la acusada autora responsable de un delito continuado de falsedad en documento mercantil en concurso con otro delito continuado de estafa. La sospechosa, entre enero de 2011 y octubre de 2012, falsificó 33 cheques que firmó la octogenaria, haciéndole creer que retiraba mil euros cuando en realidad incrementaba estas cantidades a 2.000, 3.000 e incluso 5.000 euros, y luego ella se quedaba con la diferencia.

La sentencia, que no es firme y se encuentra recurrida ante el Supremo, impone a la empleada del hogar una multa de diez meses y quince días a razón de diez euros diarios, así como que indemnice a la perjudicada con 57.100 euros, la cantidad sustraída.

La sala destaca la gravedad del fraude debido a la avanzada edad de la víctima, 87 años en el momento del juicio, y la merma en su estado físico. "El abuso de confianza alcanza una mayor gravedad al ser la víctima más vulnerable. Por todo ello, consideramos que la estafa debe ser agravada, no solo por la cantidad defraudada, sino también por el abuso de las relaciones personales entre la acusada y la perjudicada", recalca el tribunal.

La sentencia ahonda en la relación de confianza existente entre la imputada y la anciana a la que cuidaba. "La acusada se granjeó su confianza a partir de la vida cotidiana hasta el punto de no ser una simple empleada del hogar, sino una persona de su total confianza, en la que confiaba incluso para retirar el dinero que tenía depositado en los bancos. Esta relación se fue aposentando a lo largo de los años (desde 2005 hasta 2012) siendo la acusada la persona con la que más relación tenía la víctima, llegando a sustituir en su domicilio fotos de su familia por fotos de la familia de la acusada y convirtiéndose en una persona de su total confianza", detalla la sección primera.

Según se declara probado, la sospechosa empezó a trabajar para la anciana como empleada del hogar en agosto de 2005. Luego, a partir de octubre de 2010, continuó desempeñando esas funciones, ya con contrato de trabajo, en horario de mañana y desarrollando tareas que consistían en trabajos del hogar, limpieza, atender la casa, así como acompañar a la perjudicada cuando salía de su domicilio. Entre sus labores, también se ocupaba de ir a las entidades bancarias en la que la anciana tenía cuentas abiertas para cobrar los cheques que previamente había firmado esta y retirar los fondos con los que atendía los gastos mensuales tanto de la mujer como de la casa.

'Modus operandi'

La mecánica para cobrar los talones consistía en que, en el domicilio de la perjudicada, la cuidadora escribía en los cheques la cantidad que la anciana le decía, que siempre eran de mil euros, bajo su presencia. Acto seguido, la víctima firmaba los documentos. Sin embargo, la sospechosa, aprovechando la avanzada edad de la mujer y quebrantando la confianza que en ella había depositado durante todo el tiempo que llevaban juntas, modificaba el importe escrito en números, alterando la primera cifra, y dejaba vacío el espacio correspondiente a las letras, que rellenaba con posterioridad con una cantidad superior, en concordancia con la modificación de los números que había realizado.

En consecuencia, la acusada, con ánimo de obtener un beneficio económico propio, acudía a las sucursales bancarias para retirar el dinero en efectivo y entregaba a la anciana mil euros, cantidad que la víctima creía que era por la que había firmado el cheque. Así, se quedaba la cantidad restante para ella.

Este procedimiento se fue repitiendo desde enero de 2011 hasta que la cuidadora fue despedida como empleada del hogar, en octubre de 2012. Falsificó 33 cheques en esas fechas y logró apropiarse de 57.100 euros.

El tribunal señala que tanto las cantidades de los cheques como la frecuencia de cobro fue en aumento desde enero de 2011 hasta septiembre de 2012, "lo que denota el ánimo de enriquecimiento y que cada vez más la acusada no tenía reparos en sustraer mayores cantidades a la vista de que nadie se percataba de ello". La cuidadora proclamó su inocencia en el juicio y trató de justificar la retirada del dinero por el elevado nivel de gastos de la víctima, cosa que rechazó la sala.