El joven, que contaba entonces con 21 años, tuvo la desdicha de cruzar sobre las seis de la mañana del 23 de mayo de 2010 el Paseo Marítimo cuando fue atropellado por un Jaguar de color rojo. Momentos antes el grupo en el que estaba habían discutido con los ocupantes del coche. La victima fue arrollada sin contemplaciones nada más aparecer ante sus ojos. De hecho, el ocupante del asiento trasero instó al conductor a acelerar y este acató sus órdenes.

El joven quedó atrapado bajo una de las ruedas y el conductor circuló casi 400 metros con la víctima. De hecho, para sacarla hubo que utilizar un gato.

El herido fue trasladado al hospital en estado crítico. Presentaba un traumatismo craneoencefálico y quemaduras de segundo y tercer grado por dermoabrasión que le afectó al 20% de la superficie corporal. También sufrió la amputación de varias falanges de los dedos. En total tardó un año en recuperarse parcialmente de estas lesiones, de los cuales estuvo 55 días hospitalizado. Las graves secuelas físicas y psicológicas que le quedaron hicieron que le fuera concedida la incapacidad total.