­Al principio del camino de sa Boal, los habitantes de la urbanización Son Net esperaban ansiosos noticias sobre la evolución del incendio. No quitaban ojo a los helicópteros y aviones que pasaban sobre ellos continuamente para descargar agua sobre las llamas. Temían que el fuego llegara a sus casas, donde algunos vecinos permanecieron luchando contra el fuego con sus propios medios, o afectaran a sus animales. "Mi hijo [un niño de apenas 10 años], mi marido y mi cuñado están allí, tirando agua con la manguera", explicaba con angustia Victòria Llull. "Nosotros tenemos ocas, gallinas, conejos y perros, y estamos nerviosos porque no sabemos hasta dónde ha llegado el incendio", explicaban Yolanda Revort y Daviu Sánchez, propietarios de la finca conocida como sa Font des Mirador.

La de Llull fue una de las primeras llamadas que, al filo de las cuatro y media de la tarde, alertaron a los servicios de emergencias de que se había declarado un incendio forestal. "He salido de casa y he visto una llamarada enorme. Daba miedo. Enseguida he avisado al 112 y han venido los helicópteros, pero al principio no tiraban agua", contaba esta vecina, que esperaba con dos niñas a que el camino fuera reabierto al paso de vehículos. "Hemos abierto el aljibe para que pudieran coger allí el agua si la necesitaban", aseguraba.

A ratos, el viento llevaba hasta allí un intenso olor a quemado que no hacía presagiar nada bueno. Pero pronto empezaron a llegar noticias menos malas que las iniciales. "Parece que empiezan a tenerlo controlado", comentaba una voluntaria de Protección Civil poco antes de las siete de la tarde, dos horas y media después de que se declarara el incendio. Sus palabras fueron un bálsamo para los afectados, que empezaron a respirar aliviados tras el temor a que el viento que soplaba extendiera todavía más el incendio.

El hijo pequeño de Victòria Llull bajaba entonces de la zona afectada y contaba, a trompicones por la emoción, las escenas que acababa de ver. "Hay fuego, humo y bastante terreno quemado. Hay muchos bomberos y policías", relataba. "Hemos estado tirando agua con la manguera para que el fuego no llegara a casa", concluía.

Carolina continuaba preocupada por su perro. Cuando comenzó el incendio salió a toda prisa de su casa y temía que el animal hubiera resultado afectado. "He salido enseguida para llevar al niño, que estaba asustado", relataba la mujer. "Ha pasado la Policía Local por las casas para explicar la situación, pero no han desalojado a nadie", contaba. Poco después, se decidía a subir caminando hasta su casa, a un kilómetro aproximadamente, y bajaba en compañía de su perro, sano y salvo.

Con el incendio todavía activo, los vecinos empezaron a especular sobre las causas y la posibilidad de que hubiera sido provocado de forma intencionada. "Aquí hemos tenido muchos pirómanos y cada año hay incendios como este. Es habitual. Hay gente que hacen quemas o barbacoas en época prohibida. Además, está sucio y algunos excursionistas dejan la zona hecha un desastre. Falta mucha concienciación", consideraba Daviu Sánchez.

A última hora de la tarde, con el fuego ya estabilizado, los primeros agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil acudieron a la zona para empezar a investigar si, como apuntan algunos indicios, fue intencionado.