Una magistrada de Inca investigará a la Guardia Civil por el caso de Lucía Patrascu, la mujer de 47 años de origen rumano que fue asesinada a cuchilladas supuestamente por su marido Ioan Ciotau en el balcón de casa en el Port de Pollença el pasado 29 de mayo, cuatro horas después de que acudiera al cuartel del Instituto Armado de la localidad para denunciarle, cosa que no consiguió después de que los agentes que la atendieron consideraran que se trataba de un asunto civil por una separación de pareja. La juez abrirá diligencias para determinar si los guardias del puesto de Pollença actuaron correctamente cuando la mujer acudió allí a pedir ayuda y no se activó el protocolo de violencia machista.

Estas pesquisas previsiblemente las llevará a cabo el juzgado de instrucción número 1 de Inca, que estaba de guardia el día que ocurrieron los hechos. Mientras, de forma paralela, prosigue con la instrucción del crimen el juzgado número 2 de la capital del Raiguer, competente en los casos de violencia sobre la mujer y que ya decretó hace una semana el ingreso en prisión provisional sin fianza del asesino confeso, Ioan Ciotau, de 58 años. De hecho, la magistrada ordenó deducir testimonio y que se inicie una investigación por un delito de omisión del deber de perseguir un delito y también por la desaparición de los efectos que le fueron intervenidos al detenido, entre los que se encontraba su documentación y casi 5.000 euros.

Por su parte, la Guardia Civil ha abierto un procedimiento interno para esclarecer qué es lo que ocurrió con la víctima, Lucía Patrascu, cuando se dirigió a las seis de la mañana al cuartel con la intención de denunciar a su esposo porque le tenía miedo. Según la versión del primer agente que se topó con la mujer nada más llegar a las dependencias cuando él se apeaba del coche patrulla, la ciudadana le abordó y le dijo: "Vengo a denunciar que tengo problemas con mi marido, que me está acosando y me estaba persiguiendo, que tengo miedo y no sé lo que él es capaz de hacer". En ese momento pensó que se trataba de un caso de violencia de género, pero casi una hora más tarde cuando le atendió el guardia de puertas este aconsejó a la mujer que regresara otra vez con su hijo si había sido testigo de las discusiones, ya que su marido no le había golpeado. Tanto él como el brigada concluyeron que era un litigio de separación, un asunto civil y no vieron un ilícito penal para interponer la denuncia.

Pocas horas después, Lucía Patrascu fallecía apuñalada en el balcón del domicilio en el Port de Pollença, al que había ido para recoger sus pertenencias. El brutal crimen fue presenciado por varios testigos desde la calle. El Instituto Armado también indaga sobre la tardanza en dar parte de que la mujer había estado en el cuartel.

Esta semana, dos testigos confirmaron en el juzgado que la mujer les había comunicado recientemente que tenía "miedo" a su marido. Entre ellos, el propio hijo, quien recordó que le preguntó a su madre por qué no se pasaba por casa y ella le respondió que tenía miedo a su padre. El joven ratificó su anterior declaración ante la Guardia Civil, en la que manifestó que vio a su padre como trataba de estrangular a su madre en el salón y él lo impidió. Y luego trató de retener a su progenitor en la cocina al verle armado con un cuchillo, pero este consiguió abrir la puerta, por lo que corrió a la calle a pedir ayuda. Según su versión, sus padres discutían como una pareja normal y apuntó que su madre fue agredida hace muchos años en Rumanía. Su hermana se negó a declarar ante la juez.

Y la mujer a la que cuidaba la fallecida confirmó su declaración policial y apuntó que Lucía estaba asustada y con miedo a su esposo. Él la siguió esa mañana hacia la Guardia Civil, donde le dijeron que si no tenía golpes no podían hacer nada, según indicó.