Un joven acusado reconoció ayer en el juicio que conducía el coche de su padre ebrio, drogado y a una gran velocidad, casi el triple del límite permitido, cuando arrolló mortalmente a una mujer que practicaba ´footing´ por la acera de la avenida Picasso de Palma una tarde de mediados de julio de 2014. El conductor, de 28 años y que estuvo 50 días en prisión provisional, admitió los hechos ante la sala y se declaró autor de un delito de conducción temeraria en concurso con un delito de homicidio imprudente, por el fallecimiento de la periodista Margarita Albertí Celada, de 44 años. El sospechoso también admitió que momentos antes del atropello había utilizado su teléfono móvil para enviar un mensaje por la aplicación WhatsApp. Ayer aceptó la pena que reclamó la fiscal de tres años de prisión y la privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante cuatro años, lo que supone la pérdida de la vigencia del carné de conducir, además de una indemnización de 87.645 euros, que ya sido consignada.

Pese al acuerdo alcanzado entre la fiscalía y el letrado defensor Gaspar Oliver, la vista oral se celebró porque el imputado no estuvo conforme con la petición de condena efectuada por el abogado de la acusación particular, Bartomeu Salas, que solicitó cinco años de cárcel al considerar que no se le podía aplicar la circunstancia atenuante de grave adicción a sustancias estupefacientes. Por contra, tanto la fiscal como la defensa apreciaron la atenuante de toxifrenia, al argumentar que había quedado acreditado el consumo crónico de cocaína y cannabis.

El acusado explicó que el día de los hechos, el 18 de julio de 2014, había tomado cocaína y speed. "A diario tomaba drogas y alcohol. Desde los 14 años consumía drogas", aseguró. Según su versión, en 2012 inició un tratamiento de desintoxicación en Proyecto Hombre, lo dejó, y en octubre de 2014, cuando salió de la cárcel tras el atropello mortal, se reincorporó al Proyecto Hombre. "Ahora estoy en la última fase del programa y tengo un trabajo nuevo", añadió.

Además, recordó que esa tarde se tomó "seis cervezas" al salir de trabajar. "Cogí el coche al salir de la peluquería. Iba a casa a buscar ropa para ir a jugar a fútbol con unos amigos. Iba justo de tiempo", apuntó el muchacho ante el magistrado del juzgado de lo penal 7 de Palma. "Iba rápido porque tenía prisa. Creo que iba a 80. Es posible que fuera a 100 kilómetros por hora. No recuerdo haber derrapado. Frené cuando vi que se me iba el coche. No me dio tiempo a tocar el claxon", manifestó.

A la altura del número 30 de la avenida Picasso de Palma, entre las 20,35 y las 20,40 horas, en la zona de los colegios de la ciudad, el acusado perdió el control del Citroen C2, se subió a la acera, impactó contra un árbol y arrolló a la mujer que hacía ´footing´ en el carril bici. La corredora sufrió gravísimas lesiones y murió poco después.

"Di un volantazo para intentar no chocar contra ella. Lo que quise fue esquivarla", destacó, al tiempo que admitió que momentos antes había enviado un mensaje de teléfono a su grupo de amigos en el que decía "voy muy justo".

El joven conductor confesó que no era la primera vez que cogía el coche ebrio y drogado. "Lo he cogido alguna vez así". Acabó su declaración pidiendo disculpas. "Me arrepiento y pido perdón. Nunca pensé en hacer daño a nadie. Es algo que llevaré siempre. No llevaba una vida correcta, pero jamás pensé que esto pasaría", recalcó.

Dos testigos confirmaron que iba muy rápido y fuera de control por la avenida Picasso. Un policía local de Palma indicó que iba a 107 kilómetros por hora cuando la velocidad allí está limitada a 40. El vehículo recorrió 98 metros desde que perdió el control hasta detenerse. La causa del siniestro fue la velocidad excesiva, distracción al volante, ir drogado y bebido, ya que casi cuadruplicó la tasa máxima.