El asesino confeso del Port de Pollença duerme ya entre rejas. Ioan Ciotau, de 58 años y origen rumano, ingresó ayer a primeras horas de la tarde en prisión por orden judicial tras haber admitido que mató a cuchilladas a su mujer, Lucía Patrascu, de 47 años, en el balcón de casa el pasado domingo por la mañana. "No sé cuántas veces le clavé el cuchillo", aseguró el hombre, que estuvo asistido por un intérprete de rumano. El crimen, el tercero de violencia machista en Mallorca en lo que llevamos de año, fue presenciado por varios testigos desde la calle y los edificios cercanos y el sospechoso finalmente bajó a la vía pública y se esperó a que llegara la Policía para entregarse y ser detenido.

El acusado ayer al mediodía ratificó en el juzgado de violencia sobre la mujer de Inca su declaración del día anterior ante la Guardia Civil. Ioan Ciotau reconoció ante la magistrada que "perdió la cabeza" después de que su esposa le dijera que esa noche se había ido "a joder" y le echara de casa. Entonces, según su versión, la empujó, ella se fue corriendo al balcón y él acudió a la cocina a por un cuchillo. Acto seguido, la encontró en el balcón y la apuñaló. Según detalló, la víctima, con la que llevaba 31 años casado, estaba de pie cuando la acuchilló y luego cayó al suelo. Después, pudo clavarle el arma más veces en el suelo pero dijo que no recordaba el número de puñaladas. Tampoco se acordaba de si Lucía pidió ayuda desde el balcón y negó haber intentado estrangularla momentos antes en el salón de casa, como declaró su hijo.

El hombre alegó que entre el sábado y el domingo había bebido unas 15 o 20 latas de cerveza y que la mañana del crimen estaba resacoso. Según apuntó, esa noche se pasó. Además, explicó que también había tomado tranquilizantes que le había recetado el médico. Según su versión, a raíz de que su mujer se había ido de casa, hacía tres semanas, él pasaba mucho estrés y ansiedad y no podía dormir. Por eso, fue al médico de cabecera, quien le prescribió unas pastillas bastante fuertes. "Me dijo que me tomara una cada día, pero yo me tomaba dos y ni así podía dormir", manifestó el acusado.

El asesino confeso reconoció también sus problemas conyugales. Destacó que Lucía se marchó del domicilio familiar del Port de Pollença, en el que vivían de alquiler desde diciembre, hacía tres semanas porque habían discutido. Ella decidió irse a vivir una temporada a la casa de la señora donde estaba trabajando. Según el detenido, no tenían muchas peleas pero discutían por cosas banales, como por ejemplo que ella no le hacía la comida. El hombre comentó que el comportamiento de su esposa había cambiado unos meses antes y que ya no se ocupaba igual de la casa ni le decía a dónde iba ni lo que hacía. Ioan se quejó de que ella no venía por casa ni le hacía la comida ni le lavaba la ropa. También dijo que sospechaba que se veía con otros hombres y que se marchaba con su coche a altas horas de la noche.

El arrestado admitió que hace más de 20 años agredió a Lucía en Rumanía porque ella le era infiel, pero la víctima nunca le denunció.

Ioan recordó que la madrugada del domingo vio a su mujer con su coche y a las seis de la mañana llamó a casa de la señora donde ella trabajaba. Este hecho contrarió a Lucía y ella se lo recriminó poco antes de ser asesinada.

La fiscal pidió ayer que el hombre fuera a la cárcel por asesinato con alevosía y ensañamiento. El abogado defensor Miquel Àngel Ordinas pidió la libertad con fianza.