El fiscal mantuvo ayer su petición de condena de 17 años y medio de prisión para Francisco C.B. por tirotear a dos guardias civiles en el exterior de su domicilio al que acababan de llegar en un coche patrulla en la calle Joan Carles I de sa Pobla la noche del pasado 2 de enero de 2015. El ministerio público le acusa de dos delitos de homicidio en grado de tentativa, atentado agravado por el uso de armas y amenazas graves. Por su parte, la acusación particular reclamó 37 años y medio de cárcel al añadir dos tentativas de homicidio más referidas a una pareja de vecinos, que también recibió un disparo en la ventana de su domicilio. El letrado defensor pidió la libre absolución de su representado, de 59 años y que permanece encarcelado desde enero de 2015, al plantear la circunstancia eximente completa de trastorno mental transitorio. Según su versión, el acusado no era consciente de sus actos al tener sus capacidades intelectivas y volitivas totalmente mermadas. "Es inimputable. No persiguió a nadie ni disparó contra nadie", alegó su abogado.

La defensa sostuvo ayer en la última sesión del juicio en la Audiencia de Palma que Francisco C.B. ese día había bebido alcohol, tenía diabetes, hipertensión e irritabilidad. Un psiquiatra que le trató un par de veces rechazó que sufriera un trastorno mental moderado o grave. "Era un caso leve", concluyó. Otro psicólogo forense explicó que el hombre refería problemas de consumo de alcohol, que unido a una situación de estrés crónico por el ruido que le molestaba, podía hacer disminuir su capacidad de autocontrol.

Tanto la defensa como las acusaciones coincidieron en sus informes en que los hechos eran extremadamente graves. El imputado efectuó tres disparos con una escopeta de caza la noche del 2 de enero de 2015 en sa Pobla. Dos de ellos impactaron en el coche de la Guardia Civil y el tercero, en el balcón del primer piso, donde viven sus vecinos con los que está enemistado. Un agente fue alcanzado levemente en una pierna.

Ayer al mediodía, dos peritos del Instituto Armado ratificaron que si este guardia civil hubiera estado en el asiento del conductor, era muy posible que uno de los tiros le hubiera ocasionado la muerte teniendo en cuenta la distancia desde la que se disparó y la cantidad de plomo que había en el reposacabezas. Los dos primeros disparos se realizaron a la misma distancia, a menos de dos metros, y fueron consecutivos. Dieron en el coche patrulla. Pese a que el arma tenía retroceso, los expertos destacaron que el segundo tiro no fue consecuencia de ese retroceso. El tercer impacto, efectuado a menos de diez metros, rompió la cristalera del primer piso. "Si hubiera habido una persona en el balcón, podía haber muerto. Ese arma con esa munición a esa distancia, mata. La escopeta igual que mata a animales, mata a personas", sentenciaron los peritos.

El caso quedó ayer visto para sentencia en la sección segunda. El sospechoso en el turno de la última palabra leyó una nota con declaraciones del juez Castro. "Yo no pensé en esos dos vecinos. Yo solo quería salir de ahí. Yo alucino", indicó ante la sala.