El precinto partido de la Guardia Civil, colocado en la verja de la vivienda, era la única huella que atestiguaba que horas antes Bernat Ferrà había descerrajado varios tiros de escopeta a Juan José Piña antes de acabar con su propia vida.

El Mercedes gris metalizado de la mujer y la furgoneta blanca de la víctima mortal continuaban ayer estacionados en la puerta del inmueble. Ella fue evacuada en ambulancia y precisó de asistencia psicológica para superar la traumática experiencia vivida.

Pese a la proximidad de la escena del crimen con otros chalés en la Gran Vía Serra d'Alfabia, en Santa Ponça, nadie se daba por aludido. La mayoría de los residentes bien daba la callada por respuesta o bien aseguraba no haber escuchado el menor ruido. Todo ello cuando el crimen se había cometido de madrugada, en una zona especialmente apacible, y con disparos de escopeta.

"No tengo nada que decir", apuntó ayer un vecino que residía a escasos metros de la casa donde fueron encontrados los dos cadáveres. Otros residentes, en cambio, aseguraban tajantemente no haber escuchado el menor ruido.

La pareja se había instalado en la vivienda de la urbanización Nueva Santa Ponça hacía escasamente un mes. Sus planes eran contraer matrimonio a corto plazo, en cuanto ella obtuviera los papeles del divorcio, pese a que la relación se había iniciado hacía solo seis meses.

El chalé, aún en obras, situado en el número 5 de la Gran Vía Serra d'Alfabia les había permitido residir en una gran casa en unas condiciones ventajosas de alquiler, pese a su desahogada situación económica.

De hecho, Juan José poseía una empresa de carpintería metálica con la que podría reformar algunos desperfectos de la casa. Mientras, la mujer es una exitosa empleada de una empresa inmobiliaria, situada en la avenida Rey Jaume I, una de las principales arterias de Santa Ponça. Su fluidez en el ruso, su idioma nativo, le permite captar una clientela de alto poder adquisitivo de su país.

El establecimiento donde trabajaba la mujer mantuvo ayer sus puertas cerradas público, aunque el propietario estaba localizable al teléfono. "Está de vacaciones", apuntó lacónicamente el dueño para justificar la ausencia de ella.

El carácter extrovertido y jovial de la mujer es sobradamente conocido en otros establecimientos de su entorno. "Siempre está contenta y tiene una buena palabra con todo el mundo. Además, ella domina el ruso, algo que no hace todo el mundo, lo que le permite llegar a un cliente al que no tenemos acceso los demás", subrayó una empleada de otra inmobiliaria.

El asesinato la madrugada del jueves de Juan José Piña, de 36 años, por los disparos efectuados por Bernat Ferrà motivó ayer un comunicado de condena. La asociación Homes per la Igualtat y el Lobby de Dones subrayaron que el fallecido en el crimen "se puede considerar una víctima de la violencia machista". "Cuando un hombre se considera en el derecho de condicionar la vida de su ex mujer con la violencia máxima es un caso de machismo extremo".