"El colegio me presionó. Me han venido a visitar para que tuviera cuidado con lo que iba a decir y me dijeron que hiciera lo posible por girarlo todo". Con estas palabras, una de las principales testigos de cargo en un juicio contra un monitor de un centro escolar de Palma por presuntos abusos sexuales expuso ayer ante el tribunal de la Audiencia Provincial las supuestas injerencias de la entidad, dirigida entonces por la madre del procesado, para que cambiara su declaración. El fiscal solicita para el encausado 12 años de prisión por presuntos abusos sexuales continuados a dos niñas de apenas tres años de edad.

En un principio, esta monitora del centro escolar prestó declaración de manera titubeante ante la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma. A la presidenta del tribunal no le pasó inadvertida esta actitud y le recordó la obligación de decir la verdad de la testigo. "Si miente o si contesta con vaguedades, comete un delito", subrayó.

A partir de este momento, la trabajadora de este colegio de Palma fue mucho más precisa en el relato de los hechos. "Una de las veces le he visto con el pantalón desabrochado y tenía que abrochárselo", indicó en alusión al acusado.

Durante este testimonio, la madre de una de las víctimas no pudo contener las lágrimas y rompió a llorar. De hecho tuvo que abandonar la sala en compañía de su pareja para reponerse.

Los supuestos abusos sexuales los cometía en un espacio denominado el ´dormilón´. En este área se intentaba que los más pequeños conciliaran el sueño. El acusado, tal y como él mismo admitió en su declaración, se tumbaba junto a las menores de tres años a la hora de la siesta.

"Al principio no quería creer lo que estaba viendo. Me ponía una gorra o me hacía la dormida para comprobar lo que veía", recalcó. Esta monitora destacó el comportamiento anómalo con algunas menores de este trabajador del centro. "Nosotros rotábamos de niños para que todos durmieran. El no rotaba tanto. Además, estaba siempre con las más tranquilas que no requerían tanta atención", indicó. Estos supuestos tocamientos a las pequeñas los hacía bajo una manta.

Otra monitora de la sala de ´dormilones´ respaldó esta versión. "Tenía una actitud (el acusado) que no me gustaba nada". Se percató de los abusos al ver a una niña masturbándose en una colchoneta de esta estancia. "¡Se restriega que no veas!", le confesó supuestamente el procesado.