La Audiencia de Palma ha condenado a sendas penas de cuatro años de prisión a dos falsas curanderas que son pareja por estafar cerca de 300.000 euros a un matrimonio de la ciudad al que hicieron creer que la vida de su hijo, de cinco años, peligraba porque le acechaban espíritus malignos. Incluso, llegaron a poner fecha a la muerte del niño: el 14 de octubre de 2014. Las dos sospechosas "maquinaron un plan para aprovecharse del temor creado" y enriquecerse a costa de los padres del menor. Así, fueron pidiéndoles sucesivas cantidades de dinero para proteger al pequeño de las sombras malignas. Para ello, crearon un grupo de Whatsapp formado por ellas mismas y los perjudicados en el que se hicieron pasar por ángeles protectores llamados Lamy, Dani y Sabi, quienes informaban de los remedios que debían adoptar para salvar al niño de los graves peligros que le amenazaban. De hecho, trataron de impedir que el crío fuera al colegio e incluso que saliera a la calle.

Las víctimas llegaron a un estado de "completa desesperación", "una situación de zozobra", según la sala, ante el grave temor que les infundieron. Mientras, las acusadas encontraron una "verdadera mina de oro" de la que no querían desprenderse y por ello pedían y obtenían más y más dinero. El matrimonio hizo entrega de cuanto poseía y cuanto podía conseguir mediante préstamos "en un estado de pánico por la suerte de su hijo". Para hacer frente a los pagos, ambos hipotecaron su casa, se desprendieron de todos sus ahorros y joyas y se endeudaron frente a familiares, amigos, bancos y prestamistas. Una vez arruinados y al comprobar que su hijo no había fallecido el día indicado, se percataron del engaño y dos días después denunciaron los hechos ante la Policía Nacional.

La sección segunda de la Audiencia de Palma considera a las dos falsas brujas responsables de un delito continuado de estafa agravada. Les impone a cada una cuatro años de cárcel, una multa de diez meses con una cuota diaria de seis euros y el pago de una indemnización de 287.507 euros por las cantidades defraudadas y los intereses de la hipoteca que los perjudicados se vieron obligados a constituir sobre su vivienda. El tribunal fija la pena en su mitad superior al valorar la importancia de las cantidades estafadas, el daño producido y la perseverancia en la exigencia del dinero abusando de la credibilidad de las víctimas y del temor causado ante los peligros que se anunciaban para la salud y vida de su hijo.

La sala ha absuelto a otros dos acusados, familiares de las falsas curanderas, un matrimonio que era amigo de los perjudicados, al argumentar que no actuaron con ánimo de lucro ni obtuvieron o solicitaron cantidad alguna.

Según se declara probado en la sentencia, que aún no es firme, en junio de 2011 las víctimas trabaron amistad con otra pareja, ya que sus respectivos hijos compartían colegio. En una excursión a Ariany, este amigo les contó que estaba adquiriendo dones curativos de sombras y espíritus. Otra vez, atribuyó a un ángel el hallazgo de un mechero que había perdido. También pintó gratis la casa de los denunciantes para protegerla de los malos espíritus. Y, en diciembre de 2012, simuló un ataque, o sufrió una bajada de azúcar, que según él fue causado por un mal espíritu. Se curó con un poco de limonada que le echó su mujer. Por último, convenció a todos para que se metieran en el agua en un torrente de Orient para conseguir que la perjudicada se quedara embarazada.

En diciembre de 2012, el hijo de las víctimas les dijo que al salir de la ducha había visto a una niña vestida de comunión y a un niño sin ojos y había jugado con ellos. Los padres, alarmados, pidieron consejo a su amigo y él les remitió a su maestra en espiritismo, su cuñada. Ella indicó que le acechaban unas sombras malignas y, junto a su mujer, tramaron un plan para enriquecerse. Primero, les pidió 1.200 euros por unos conjuros para curar al menor y luego fue solicitando más dinero con la excusa de que las protecciones y amuletos tenían que ser renovados. Así, consiguieron en mano o por transferencia o ingreso bancario 223.010 euros. La mayoría del dinero era extraído de forma inmediata y las imputadas, que están ahora presas, realizaron todo tipo de compras. Además, crearon un grupo de Whatsapp simulando ser ángeles protectores. Infundieron un temor absoluto a los padres, lo que les permitió pedir más y más dinero, hasta que el matrimonio acabó arruinado.