Un hombre y una mujer aceptaron ayer en la Audiencia de Palma sendas penas de dos años de prisión por introducir droga en el centro penitenciario de Palma oculta en el organismo de él. La acusada aprovechó un vis a vis para entregar un centenar de ansiolíticos a su compañero, que estaba recluido y las escondió en la carcasa de plástico de un huevo Kinder y la engulló para luego venderlas en la cárcel, según admitieron.

Los hechos ocurrieron en mayo de 2012, cuando la acusado visitó a su pareja en prisión y le entregó las píldoras. El recluso escondió una parte en el calcetín y el resto las metió en la carcasa que luego se tragó. Ese mismo día fue trasladado a Son Espases, donde se comprobó que llevaba cuerpos extraños en el organismo y que, pese a intentar esconderlos en la cama del hospital tras expulsarlos, le fueron incautados.

Los dos sospechosos admitieron ayer los hechos ante el tribunal de la sección primera.