Lisa Jane L., la mujer británica de 49 años que falleció estrangulada el sábado de madrugada en Calvià presuntamente a manos de su marido, acababa de llegar a Mallorca procedente de Inglaterra. La víctima aterrizó en Palma dos días antes del crimen. Viajó en un vuelo de una compañía de bajo coste el pasado jueves 21 de enero y apenas un día y medio después murió de forma violenta en el apartamento 605 del edificio Siesta, en la calle de la Bella Vista en Costa de la Calma (Calvià), donde su esposo se había instalado desde hacía unas semanas.

Lisa Jane tenía previsto pasar una semana en la isla y disponía de billete de regreso hacia Londres para el próximo miércoles 27 de enero. La mujer vivía habitualmente en la capital británica y trabajaba allí, si bien también pasaba algunas temporadas en Mallorca con su marido, Warren L., preso desde ayer por el crimen. El matrimonio tenía en común una hija, de 19 años, que reside en Londres.

Lo que iban a ser unos días de descanso y vacaciones para ella, se convirtieron en tragedia. La familia de la fallecida relató desde Inglaterra a los investigadores que la pareja mantenía una relación muy conflictiva. Los episodios violentos se habían repetido en distintas ocasiones y el marido contaba con antecedentes por maltrato en su país de origen, según confirmó la Policía de Londres, ciudad en la que anteriormente él había vivido. Sin embargo, en España no constan denuncias por violencia de género.

El sospechoso, Warren L., se había trasladado al apartamento de Costa de la Calma hace apenas unas semanas. Allí, los pocos vecinos que residen en invierno manifestaron que no le conocían y que no le habían visto mucho por la zona. El arrestado, al que se le ha imputado un delito de homicidio, explicó que se dedicaba a la venta de coches.

Según su versión, el apartamento 605 que fue escenario del crimen es propiedad de un allegado, con el que había hecho un negocio de coches y que le había permitido instalarse allí. Eso explicaría que en el inmueble no hubiera apenas efectos personales suyos ni tampoco de su mujer. Solo sus equipajes.

La Guardia Civil realizó una detenida inspección ocular en la pequeña vivienda el sábado de madrugada después de que Warren alertara al 112 de que había matado a su esposa. Los agentes no hallaron señales de pelea. Tampoco el forense apreció lesiones evidentes de lucha en el cuerpo de la víctima. Según las pesquisas, la pareja había consumido alcohol esa noche.