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Violencia machista

Guerra judicial a los malos tratos

Balears es la comunidad con mayor tasa de denuncias por violencia de género - El año pasado fueron 4.687, un dato que puede tener una lectura positiva: "La justicia es un espacio menos inhóspito", señala el magistrado Carlos Izquierdo

Mustapha Merzoug, Joan Bestard Palou, Axel Hellebrand, Zouhair Radi, Hermenegildo Fernández y Augusto Vega.

Marie, Katarina, Noura, Olimpia, Laura, Shezhana, Joana, Núria, María Jesús, Gisela, Margalida, Soledad, Elena, Olha, Rosa, Isabel, Gemma. Son los nombres de las 17 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en Mallorca desde la puesta en marcha, hace ahora una década, de los juzgados especializados en violencia machista. La inmensa mayoría de estas víctimas no había denunciado episodios de malos tratos anteriores ni gozaba de orden de protección. "Es lo más frecuente, dentro de lo infrecuentes que son los asesinatos, en la isla y demuestra lo complicado que es luchar contra esto", señala Carlos Izquierdo, el magistrado que lleva cinco años al frente del juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Palma, que el año pasado tramitó más 1.400 asuntos penales.

En 2014 se presentaron en Balears 4.687 denuncias por violencia de género -un 20 por ciento más que en 2007-, una cifra que la convirtió en la comunidad autónoma con la tasa más elevada por cada 10.000 mujeres, según las estadísticas del ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. En el tercer trimestre de 2015, la tasa en las islas fue casi el doble que la media de todo el país. Los datos, alarmantes a priori, pueden tener una lectura positiva: "Es posible que el número creciente de denuncias se deba a la mayor confianza en el sistema y en la respuesta que se da a las víctimas. Creo que hay menos violencia de género oculta, porque la Administración de Justicia ya no es un espacio tan inhóspito como lo era en el pasado", considera Izquierdo.

La puesta en marcha en 2004 de la ley de medidas de protección integral contra la violencia de género y la creación, al año siguiente, de los juzgados especializados marcaron un antes y un después en esta batalla. "Los casos ya estaban tipificados como delitos, no se incluían nuevos. Aportaba mejoras técnicas", puntualiza el magistrado. Aquella reforma supuso una "mayor visibilización" de hechos que antes se quedaban de puertas para adentro y puso de relieve que la denuncia y la persecución de la violencia machista "es un problema social, de hombres y mujeres". "Fue un acierto. Lo más importante de la ley es que cuando se dicta una orden de protección, permite a la mujer acceder a toda una red asistencial en ámbitos muy diversos: prestaciones económicas, ayudas laborales, justicia gratuita, viviendas de acogida...", señala el magistrado, para quien la especialización de los juzgados supone "una gran ventaja y permite dar una respuesta más ágil a los asuntos".

Proteger a las víctimas

Las medidas de protección son una de las principales herramientas para combatir los malos tratos. Las órdenes que prohíben a los supuestos maltratadores acercarse o comunicarse con sus víctimas tienen un "carácter disuasorio", para evitar que los episodios violentos contra las mujeres se reproduzcan y agraven. "Quiero pensar que las medidas que se adoptan producen un efecto positivo de contención, pero no es una garantía al cien por cien. Intentamos lograr el máximo acierto", apunta el juez. Las medidas judiciales incluyen también aspectos del orden civil, y regulan cuestiones como la atribución del domicilio en el que residía la pareja o la custodia de los hijos menores de edad. "Se trata de que sea una resolución integral", explica Izquierdo. De hecho, los juzgados de violencia sobre la mujer asumen también competencias civiles y actúan como juzgados de familia no solo durante la instrucción de la causa sino hasta que se haya ejecutado completamente la pena impuesta al acusado, por lo que puede prolongarse durante varios años.

La violencia oculta, aquella que no se denuncia y por tanto no existe a ojos de la justicia, es imposible de cuantificar pero tiene explicación. ¿Por qué hay mujeres que siguen sufriendo el maltrato en silencio? Sobre todo, por las consecuencias que genera una denuncia, especialmente en los colectivos más vulnerables, como los inmigrantes. "Hay casos que pueden acabar con la expulsión del hombre del país, y las mujeres se ven limitadas porque están en un país que no es el suyo, con hijos y cuya única fuente de ingresos es su pareja. También hay víctimas con sentimiento de culpa. No es que piensen que merecen ser maltratadas, pero creen que su comportamiento hacia su pareja no ha sido correcto", detalla el magistrado. También es frecuente que la víctima retire la denuncia y pida que se revoquen las medidas de protección. Izquierdo aclara que solo se eliminan cuando se comprueba que ha disminuido el nivel de riesgo, que puede no corresponderse con la percepción subjetiva de la denunciante: "Puede llevar varios meses sin problemas, pero precisamente porque tiene una orden de protección. Somos reacios a retirarla si no se acredita un cambio de circunstancias significativo".

La investigación de los casos de malos tratos se topa, entre otras, con la dificultad de la escasez de pruebas, especialmente cuando los hechos se han sucedido durante largos periodos de tiempo. "Uno no hace la cuenta diaria de la cantidad de desprecios sufridos. Cuando una mujer quiere denunciar se encuentra con que las posibilidades probatorias son muy escasas. No es que el hecho no se haya producido, es que no se puede demostrar", considera Izquierdo. Estas dificultades son mayores para evidenciar episodios de malos tratos psicológicos, cuya huella es menos evidente pero que pueden tener efectos dramáticos. El relato de la propia víctima, los informes psicológicos, las declaraciones de testigos o incluso conversaciones de Whatsapp pueden resultar claves para demostrar estos casos. "Ante la violencia psicológica habitual, la mujer vive un microcosmos, un auténtico infierno en el que se tiene que desenvolver su vida cotidiana".

Justicia rápida

Según la memoria de la fiscalía de Balears, el Servicio de Violencia de Género incoó el año pasado 2.009 procedimientos por maltrato ocasional frente a 280 de maltrato habitual. La ley permite tramitar muchos de los casos por el procedimiento del juicio rápido. Pese a que con ello se dejan de lado los hechos más antiguos y de difícil prueba, "permite cumplir el ideal de proximidad entre la ejecución del delito y el cumplimiento de la pena". Al mismo tiempo, se evita la victimización secundaria de las mujeres que supone la dilatación de los procesos en el tiempo "cuando lo que quieren es poner fin a la situación de una vez por todas".

Una de las críticas más recurrentes a esta ley apunta a la excesiva culpabilización del hombre y la utilización de la denuncia para conseguir objetivos espurios. "La presunción de inocencia es la misma sea cual sea el delito, no se tiene menos por ser acusado de malos tratos. Lo de las denuncias falsas es un mito. En este juzgado durante cinco años se han detectado tres o cuatro casos, una proporción similar a la de cualquier otro delito", sentencia el juez. Una de las quejas frecuentes de los denunciados es que se instrumentaliza la ley, denunciando hechos ocurridos tiempo atrás para evitar, por ejemplo, la custodia compartida de los hijos. "A lo mejor hace dos meses me pegaste y me callé, y te denuncio ahora porque no estoy de acuerdo con la custodia compartida, porque pienso que eres un mal padre. ¿A qué buena fe está faltando quien hace esto? No es instrumentalizar la ley, no se busca un perjuicio sobre una base inexistente, sino que hay unos hechos", recalca.

La violencia machista es transversal a toda la sociedad, con independencia de la clase social, la nacionalidad y la edad. No existe un perfil prototípico de agresores y víctimas, pero sí se detectan algunos patrones "sorprendentes", como la reiteración. "Hay mujeres que han vivido a lo largo de los años episodios de violencia con diferentes hombres; y maltratadores que agreden a parejas sucesivas", señala el juez. Un fenómeno vinculado, a su entender, con "los roles de la sociedad y los valores que se destacan, por ejemplo en la publicidad". "Es necesario romper con esto, porque además los patrones de la infancia se reproducen en la edad adulta. Si una niña ha visto que su madre es sumisa ante el maltrato, que ha generado una indefensión aprendida, es más probable que la violencia se reproduzca en la edad adulta. Lo mismo ocurre cuando un niño ha normalizado el maltrato del padre a la madre", sostiene.

Precisamente los casos de malos tratos entre jóvenes o incluso menores de edad es uno de los aspectos más "preocupantes", que demuestra que la solución a la violencia machista no tiene una solución exclusivamente judicial. "Se tardará varios generaciones. Es sorprendente, porque los jóvenes tienen mucha más información de la que había antes, cómo tienen un concepto de la intimidad muy distinto al de los adultos", destaca el magistrado.

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