Un traumatólogo fue juzgado ayer en Palma por una presunta negligencia médica al no detectar un cáncer a una paciente de 72 años a la que operó de una rodilla a finales de 2009 y le realizó un seguimiento durante un año sin observar que padecía un problema neurológico. Hasta noviembre de 2010 no se le diagnosticó a la perjudicada un tumor cerebral y dos años después falleció por esta grave dolencia. El facultativo acusado, que está ya jubilado, negó ante la sala que hubiera mala praxis.

El especialista en traumatología y cirugía ortopédica y rehabilitación, que es doctor cum laude, argumentó que intervino a la paciente de una rodilla en noviembre de 2009 debido a un problema articular. "La rodilla era absolutamente quirúrgica. Era inestable y dolorosa. La solución era una prótesis y fijarla. Nunca fue un problema neurológico, es que no puede ser. Es un problema articular provocado hace 20 años", insistió el imputado, en referencia a un grave accidente que sufrió la mujer tiempo atrás.

"Yo la traté por una rodilla destrozada para ponerle una prótesis que luego falló", detalló el denunciado, quien agregó que tuvo que volver a operar a la paciente a principios de 2010 por una infección en la prótesis. "En ningún momento encontré ninguna señal ni signo ni síntoma de ningún tipo de enfermedad. Yo no lo vi", concluyó el facultativo. El profesional explicó que los fisioterapeutas que trataron a su paciente no le comunicaron que el problema que ella sufría tenía un origen neurológico.

La fiscalía no acusa al traumatólogo, pero el abogado de la acusación particular, en representación de la familia de la fallecida, considera al especialista autor de un delito de lesiones imprudentes y otro de homicidio por imprudencia profesional. Por estos hechos, reclama una condena de tres años de prisión, su inhabilitación por el mismo periodo de tiempo y una indemnización de más de 440.000 euros.

Por su parte, el letrado defensor solicita la libre absolución de su representado al alegar que no cometió ningún delito y su actuación fue correcta. El caso quedó ayer visto para sentencia.

La acusación particular cree que existe una relación de causalidad directa entre la deficiente asistencia sanitaria dispensada por el acusado y los daños y posterior fallecimiento de la paciente. Según su versión, la falta de exploraciones llevó a un diagnóstico erróneo, que supuso que la víctima fuera operada cinco veces y que su pierna izquierda quedara inútil. Además, se le privó de un diagnóstico y tratamiento precoces, que hubiera sido mucho más efectivo para tratar el cáncer.

El forense indicó ayer que apreció "cierto grado" de imprudencia por el retraso de un año en diagnosticar el tumor cerebral. "La sintomatología era claramente neurológica. Le tendría que haber hecho pruebas y otra valoración y haberla derivado a otro especialista", destacó. Según su tesis, había dos patologías paralelas y el médico se retrasó en diagnosticar la segunda. "Él era el único que tenía acceso a todos sus datos al hacerle un seguimiento", indicó. Otros dos peritos dijeron que el retraso en el diagnóstico fue de 16 meses y el tumor cerebral era muy agresivo y grande al ser extirpado.