"Todo ocurrió muy rápido, en unos instantes. Recuerdo que con una mano cogí la barra metálica y con la otra le pegué un puñetazo. No tuve intención de matarle, solo quería quitarle la barra para que no me pegara más. No tuve intención de hacerle ningún daño. Él era mi colega, nunca le haría algo así". Jan W., el ciudadano polaco de 57 años acusado de quitar la vida a un indigente en un asentamiento de chabolas de Palma en julio de 2014, admitió ayer ante el jurado popular que le juzga que agredió a la víctima, pero aseguró que no era consciente de sus actos y destacó que tenía muchas lagunas sobre lo ocurrido porque había bebido mucho alcohol.

Según su versión, entre la tarde y la noche del pasado 11 de julio de 2014, se bebió junto con un compatriota dos botellas de vodka y cuatro o cinco cervezas en la infravivienda situada en la calle Pere Caffaro, de la ciudad, muy cerca del Conservatorio. "No recuerdo muy bien cómo sucedió todo porque había bebido bastante", indicó ante la sala. El sospechoso alegó que en un primer momento recibió un golpe en la cabeza con un objeto duro. "Levanté la cabeza tras el golpe y vi a la víctima con algo que parecía un palo de goma. No vi lo que era porque era de noche y no había suficiente luz. Allí, había unas velas. Entonces, cogí el objeto y se lo quité de la mano para que no me volviera a pegar más. Cuando se lo quité, le di un golpe con la barra", reconoció el imputado, un hombre de complexión muy fuerte de casi dos metros de altura y 130 kilos de peso.

"Después caí al suelo, como si perdiera la conciencia. No sé si caí al suelo yo solo o los dos", manifestó el polaco, que lleva preso desde el verano de 2014. No recobró la lucidez, según precisó, hasta que la Policía Nacional ya se había personado en el antiguo club de petanca abandonado y ya le tenía detenido y hacía fotografías.

"Le pegué un golpe en la cara con la barra, pero no es verdad que le amenazara y le gritara diciéndole que le iba a matar. Solo quería quitarle la barra de sus manos y que no me pegara de nuevo. Yo fui golpeado primero en la cabeza", insistió el presunto homicida. El acusado declaró que no recordaba si una vez en el suelo, siguió golpeándole. "No me parece posible que le preguntara '¿todavía te mueves? ¿todavía estás vivo? y que siguiera pegándole", respondió a preguntas del fiscal.

Según detalló ante el tribunal popular en el primer día de juicio en la Audiencia de Palma, esa tarde se personó en el asentamiento para visitar a un compatriota para hacer una cura porque le habían operado de un quiste. Ambos estuvieron solos bebiendo alcohol hasta que apareció la víctima.

El presunto homicida explicó que acudía a ese lugar en ocasiones para visitar a otros compatriotas que eran "colegas", no amigos, con los que jugaba a cartas o se tomaba alguna cerveza. Según apuntó, el vivía con su familia en Sant Jordi y se encargaba de cuidar de su nieto tres días a la semana. Jan W. negó haber golpeado a la víctima con una silla y rechazó tener problemas con el alcohol. Según alegó, bebía poco y no solía pasarse con el alcohol. Además, confirmó que cuando consumía más de la cuenta perdía "un poco la memoria" y no se volvía agresivo, cosa que sí ocurría con el fallecido, del que dijo que era una persona agradable y que se llevaba bien con él e incluso le grababa música al ser su colega.

El fiscal solicita para el acusado una pena de 15 años de prisión por un delito de homicidio. En cambio, el letrado defensor, Fernando Mateas, reclama su libre absolución al considerar que el hombre actuó totalmente afectado e intoxicado por un gran consumo de bebidas alcohólicas, lo que constituye una eximente completa.