­Andrzej Franciszek Fida, el indigente polaco que murió en el asentamiento de chabolas del barrio el Amanecer de Palma el 11 julio de 2014 "no habría fallecido" de una hemorragia si no le hubieran producido un traumatismo, aunque ninguno de los golpes que recibió fue por sí solo letal, según explicó ayer en el juicio con jurado una forense.

Una de las especialistas que hizo la autopsia relató ayer en la segunda jornada del juicio contra Jan W., acusado de homicidio, que si el indigente no hubiera sido golpeado no habría fallecido aunque ninguno de los cinco golpes que recibió en la cara le produjo por sí solo la muerte, sino sumado a una caída brusca y a que tenía colesterol elevado y era alcohólico, lo que le produjo el desgarro de una arteria.

El fallecido tenía la cara "bastante desfigurada", con hematomas, edemas y contusiones faciales así como una hemorragia nasal y fractura de mandíbula, fruto de cinco golpes. "Los golpes son de intensidad media a moderada y de entrada no justifica que sean mortales, lo que nos hizo sospechar que había una patología de base", detalló la perito.

Al examinar a la víctima, las forenses apreciaron que la intensidad de las lesiones "no era tan fuerte como para producir la muerte" pero al diseccionar el cerebro detectaron que "todas las arterias tenían placas de ateroma, depósitos de colesterol, porque probablemente tuviera el colesterol alto durante años", algo también compatible "con personas con consumo de alcohol de manera pródiga que tienen una mayor fragilidad de los vasos".

La causa fundamental de la muerte que recoge el informe de la autopsia son los politraumatismos y el traumatismo cráneo-facial, y la forense indicó ante el jurado que el mecanismo principal que le produjo el fallecimiento fue la rotura de un vaso del encéfalo que le produjo "una hemorragia masiva". En cuanto al tiempo que tardó en morir, especificó que el desgarro "es mortal en el momento que se produce, es bastante rápido, probablemente no más de una hora".

De no haber los golpes, "tampoco hubiese fallecido", aclaró la forense, quien precisó que "con el tiempo ese vaso igualmente se habría podido romper de manera espontánea". La facultativa manifestó que si hubiera sido una persona sana "probablemente" no habría muerto esa noche. Ante la pregunta del abogado defensor de qué probabilidad de sobrevivir habría tenido una persona de salud normal indicó: "En un 80 % aproximadamente, pero no hay nada exacto en Medicina".

Iba muy bebido

Los análisis confirmaron el alcoholismo y que en el momento de su fallecimiento la víctima presentaba 2,4 gramos de alcohol por litro de sangre, lo que equivaldría a "que una persona normal se beba unos 15 botes de cerveza", dijo la perito. Por su parte, la forense que examinó al acusado dos días después del crimen explicó que solo presentaba lesiones superficiales en el puente de la nariz y en la ceja derecha.

Varios policías confirmaron ayer que hallaron una huella de la palma de la mano derecha del acusado en la barra metálica con la que al parecer fue agredido el fallecido. Residentes del asentamiento de chabolas coincidieron en señalar que el acusado era una persona que intimidaba por su corpulencia y carácter autoritario. Según su versión, se ponía agresivo cuando bebía. Una testigo detalló que todo empezó por una discusión relacionada con el consumo de alcohol.