"Me fui a Portitxol con una chica con la que había tenido una relación". Con esta frase trató ayer de fabricarse una coartada el acusado de propinar una brutal paliza a un hombre que le había sorprendido robando cobre en un edificio de General Riera.

La versión del encausado, en el juicio celebrado ayer en la sección segunda de la Audiencia Provincial de Palma, fue diametralmente opuesta a la que presentaron la víctima y una serie de testigos protegidos.

El procesado argumentó que el día de autos había salido antes del trabajo, pero negó que estuviera en el inmueble donde se produjo la brutal agresión. "Nunca se me ocurriría pegar a nadie con un martillo", subrayó.

Los hechos por los que ayer fue juzgado el procesado, de 30 años, se produjeron sobre las doce y media del mediodía del pasado 15 de abril, a la altura del número 31 de la calle General Riera.

La víctima, de 41 años, se percató de que un conocido suyo se había introducido en el edificio con la intención de robar cobre y le llamó la atención. El presunto agresor se dirigió a él y, sin mediar palabra, le propinó una serie de golpes en la cabeza con un objeto contundente, supuestamente una maza. Cuando se encontraba en el suelo, prosiguió propinándole patadas en el cráneo. Como consecuencia de la salvaje agresión, el hombre sufrió múltiples fracturas en la mandíbula y la pérdida de dientes.

A la hora de presentar las conclusiones, el fiscal se ratificó en la petición inicial y solicitó para el acusado una pena de seis años de prisión por un presunto de lesiones con deformidad, con los agravantes de alevosía y ensañamiento con la víctima.