Los treinta detenidos esta semana en la 'operación Obsession' por estafar 300.000 euros a clientes de clubs de alterne de s'Arenal a quienes efectuaban repetidos y altísimos cargos en sus tarjetas de crédito sin su consentimiento ya están en la calle. Todos ellos quedaron en libertad el pasado viernes y ayer al mediodía. Los tres principales acusados, los encargados de los tres puticlubs de la Playa de Palma investigados, lograron evitar la cárcel al pagar ayer mismo sendas fianzas de 6.000 euros que les impuso la juez de guardia de Palma.

La magistrada accedió a la petición de la fiscal, que solicitó la prisión eludible con una caución de 6.000 euros para estos tres imputados. Ninguno quiso declarar en el juzgado. Ayer por la mañana se acogieron a su derecho a guardar silencio, ya que la causa sigue secreta. La Policía Judicial de la Guardia Civil mantiene abiertas las pesquisas y no se descarta que se produzcan nuevos arrestos.

Mientras, otros cuatro sospechosos que también ayer pasaron a disposición judicial quedaron en libertad. Se trata de un camarero, un relaciones públicas, un presunto testaferro y otro empleado de los locales de s'Arenal que el pasado jueves de madrugada fueron registrados en un impresionante operativo policial. Tres de ellos sí que declararon ante la magistrada del juzgado de instrucción número 10 de Palma, en funciones de guardia. Los tres detenidos negaron los cargos. Se desvincularon de los hechos y descartaron haber participado en las estafas con las tarjetas de crédito de los clientes, la mayoría turistas alemanes, holandeses, británicos y suecos.

La Guardia Civil calcula que el montante del fraude rondaría los 300.000 euros entre marzo y julio de 2015 y que los perjudicados podrían ser unos 200. Una de las dificultades que entraña el caso es que muchas de las víctimas no han denunciado los hechos debido a las circunstancias comprometedoras en las que se habían producido.

Así, las prostitutas memorizaban la clave de la tarjeta de los clientes cuando pagaban una consumición y, luego, mientras se llevaban a cabo los servicios sexuales, se aprovechaban de ese momento para que otros empleados realizaran repetidos cargos, hasta por importes de 4.000 y 5.000 euros. Los afectados ni se enteraban de que su tarjeta había sido 'fundida' con incesantes pagos, ya que finalmente era devuelta a su lugar de origen.

Tres de los arrestados negaron ayer ante la juez haber tenido acceso a las tarjetas de crédito de los turistas y tampoco a los datáfonos. Según su versión, solo una persona, su superior, era la que manipulaba el dispositivo electrónico de cobro. Los sospechosos alegaron que ellos solo tocaban dinero en efectivo y que desconocían por completo la operativa del fraude. Por su parte, el resto de detenidos, otras 23 personas rumanas, búlgaras y españolas, la mayoría prostitutas, negaron los hechos el viernes y la Guardia Civil las puso en libertad. La red desarticulada está acusada de grupo criminal, estafa y un delito contra los derechos de los trabajadores.