Un británico ha sido encarcelado por cometer una veintena de robos en habitaciones de hotel de Calvià. El ladrón se hacía pasar por cliente de los establecimientos y forzaba las puertas de las estancias que en ese momento estaban desocupadas para adueñarse de todos los objetos de valor. Cuando la Guardia Civil lo detuvo tenía en su poder varios efectos y 400 euros que acababa de sustraer. A raíz de esta detención, los investigadores han imputado por receptación a los encargados de una tienda que al parecer compraba efectos robados, en la que se han recuperado 100 teléfonos móviles y 60 ordenadores portátiles, valorados en más de 60.000 euros, de dudosa procedencia.

La investigación, llevada a cabo por agentes del cuartel de Palmanova, se inició tras recibir numerosas denuncias de turistas por robos cometidos en las habitaciones de los hoteles en los que estaban alojados. Todos los indicios apuntaban a que se trataba de un mismo delincuente. Los investigadores comprobaron que en todos los casos aprovechaba los momentos en que los huéspedes no estaban en las habitaciones para forzar la puerta.

Simulaba ser turista

Una vez dentro, se adueñaba del dinero en efectivo y los aparatos electrónicos que hubiera. Las pesquisas revelaron además que el ladrón conseguía acceder a los hoteles sin levantar sospechas haciéndose pasar por uno de los turistas alojados allí.

Los guardias encargados del caso pusieron en marcha un dispositivo para capturar al autor de esta oleada de robos. Los agentes averiguaron que el supuesto ladrón era un británico al que lograron interceptar hace unos días. Cuando lo detuvieron tenía en su poder varios relojes, teléfonos móviles y 500 euros en efectivo que acaba de robar en establecimientos hoteleros de Santa Ponça. El acusado fue trasladado a dependencias policiales, donde fue interrogado. Tras tomarle declaración fue puesto a disposición del juzgado de guardia de Palma, que ordenó su ingresó en prisión, según informó la Guardia Civil. Al hombre se le imputan por el momento veinte robos con fuerza, aunque los agentes no descartan que haya cometido más.

Los investigadores, sin embargo, continuaron con las pesquisas y averiguaron que el acusado llevaba los efectos robados a una tienda de informática de Santa Ponça, donde según las sospechas daban salida al material. La Guardia Civil acudió al establecimiento y llevó a cabo una inspección. Durante el registro encontraron 100 teléfonos móviles, 60 ordenadores portátiles y numerosas tabletas digitales de las que los encargados del comercio no pudieron demostrar su procedencia.

Los agentes creen que estos artículos, cuyo valor supera los 60.000 euros, son fruto de hurtos y robos cometidos a lo largo del verano en la zona de Calvià, por lo que el propietario y un empleado de la tienda de informática -ambos de nacionalidad búlgara- fueron imputados por un presunto delito de receptación.