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Alaró

La investigación modélica de un crimen atroz

Las pesquisas de la Guardia Civil desmontaron la versión de los sospechosos, que incurrieron en numerosos errores de bulto

El empresario de Alaró asesinado, Andreu Coll Bennàsar.

Una investigación modélica, unida a determinados errores pueriles de los asesinos, consiguió resolver en apenas doce días el brutal crimen del empresario de Alaró Andreu Coll. Nada más terminar el funeral por la víctima, los agentes de la Guardia Civil encargados del caso detuvieron al hijo y a un amigo de este. Al verse descubiertos, no tardaron en confesar el asesinato.

La noche del 29 de junio de 2013 Andreu Coll Tur y su amigo Francisco Abas Rodríguez realizaron una tentativa del asesinato del empresariotentativa del asesinato del empresario. Golpearon en la cabeza a Andreu Coll Bennàsar mientras dormía. No llegaron a acabar con su vida y pronto se acobardaron.

La víctima se despertó con una herida sangrante en la cabeza y no acertaba a precisar qué le había pasado. No obstante, el empresario indicó a su hermana que pensaba que había sido su hijo.

La primera versión de los asesinos antes de su detención apuntaba a que Andreu Coll Bennàsar había sido golpeado por un extraño que se coló en la vivienda. Este testimonio no convenció en absoluto a los investigadores, que dudaron de que alguien se hubiera introducido en la vivienda.

Por si fuera poco, una conversación telefónica intervenida a los entonces presuntos asesinos confirmaba las sospechas. "Tu tía sabe algo", indicó Francisco Abas a Andreu Coll Tur. "¡Por aquí no!", le recriminó este último por utilizar el teléfono.

Al día siguiente, el 30 de junio de 2013, el hijo y su amigo se armaron de más valor para poder cometer el crimen. La agresión se inició en el dormitorio del chalé de Andreu Coll de Alaró, prosiguió por las escaleras y se consumó abajo. Allí le aplastaron la cabeza con un bafle después de golpearle repetidamente con un palo con puntas y un martillo.

Los asesinos lavaron el cadáver y le cambiaron la camiseta para intentar borrar las huellas. Luego condujeron un Land Rover y dejaron el vehículo aparcado junto a la depuradora de Bunyola con el cuerpo en el interior. Los sospechosos dijeron que estuvieron en su casa, pero un testigo les vio abandonar el lugar en su coche.

Andreu Coll y Francisco Abas se esmeraron en la limpieza del chalé. Entre ocho y nueve horas invirtieron para tratar de borrar los restos de sangre del empresario en la vivienda. Un esfuerzo que más tarde se demostraría que fue en vano.

Vestigios de sangre

"Los técnicos de Laboratorio, empleando la luz forense, encontraron restos de sangre que no era visible a simple vista", explicó ayer en la Audiencia Provincial el Comandante de la Policía Judicial de la Guardia Civil, Bartolomé del Amor, responsable de la investigación del crimen.

Entre estos vestigios encontraron la sangre y restos de las armas utilizadas en el asesinato. El palo con pinchos averiguaron que lo habían arrojado a un contenedor en Santa Ponça. Los asesinos lo copiaron de un videojuego, al que ambos eran muy aficionados.

Los investigadores de la Guardia Civil averiguaron que el amigo del hijo de la víctima pretendía abandonar la isla después del funeral. Los agentes esperaron al término de la ceremonia para detener a los dos sospechosos. Al poco tiempo de estar en los calabozos, confesaron el crimen.

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