Los asesinos de Alaró, Andreu Coll Tur, de 20 años, y su amigo Francisco Abas Rodríguez, zaragozano de 21, aceptaron ayer al mediodía penas de 17 años y medio de prisión y 16 y medio, respectivamente, por matar a golpes de martillo y con una cachiporra en la cabeza al padre del primero, el empresario alaroner Andreu Coll Bennàsar, de 57 años, en su chalé en el verano de 2013. Los dos jóvenes, que llevan casi dos años encarcelados, confesaron ante un jurado popular en la Audiencia de Palma que se pusieron de acuerdo para quitar la vida al hombre.

Andreu Coll, vestido en pantalón corto, camisa y mocasines, recordó que fue él quien machacó unas pastillas de un somnífero y las introdujo en una pieza de bollería que luego ofreció a su padre en la medianoche del 29 de junio de 2013. Cuando el progenitor se acostó en su cama y se quedó dormido, ambos decidieron atacarle. "Francisco le golpeó en la cabeza con un palo. Yo alumbraba con una luz. Él se despertó. Nos asustamos y nos fuimos. Luego, le dijimos que era un sueño", manifestó ante la sala el joven Andreu, de rostro aniñado.

Tras este intento fallido, los dos muchachos se armaron a conciencia al día siguiente. Sobre la una de la mañana del 30 de junio de 2013, consiguieron que el empresario subiera a la segunda planta del chalé en el que residían a las afueras de Alaró. "Le dije que tenía un teléfono móvil para enseñarle. Él subió y Francisco le dio el primer golpe por la espalda. Yo estaba delante de él. Luego, yo le pegué con un martillo. No recuerdo cuántos golpes le di. Fue simultáneo. Le golpeábamos los dos, desde distintos ángulos", explicó el hijo de la víctima.

Andreu Coll Tur añadió que su amigo Francisco Abas, al que había conocido por Internet jugando a la videoconsola y que en esas fechas pasaba unos días de vacaciones en su casa, le agredió con una cachiporra, un palo de un metro y medio de largo y unos cinco centímetros de ancho con cuatro clavos en su punta. "Yo puse los clavos", detalló el joven. El comandante que dirigió la investigación del crimen recordó que el arma que previamente había construido estaba "basada en un videojuego". Se trataba de una cachiporra medieval que aparece en un juego de simulación bélico del que tanto Andreu como Francisco eran expertos.

La víctima sufrió una lluvia de golpes, más de 40, desde la planta superior del chalé, bajando por las escaleras, hasta llegar al salón de la planta baja, donde fue rematada por ambos imputados, quienes le arrojaron a la cabeza un jarrón y un bafle. "Luego, llevamos el cuerpo en el coche y lo dejamos en un descampado. Él no pudo defenderse", concluyó el hijo del empresario de forma fría. El sospechoso, de 20 años, aceptó una pena de 17 años y medio de cárcel por un delito de asesinato con alevosía con la circunstancia agravante de parentesco. Además, deberá pagar una indemnización a su tía, la hermana del fallecido, de 90.000 euros y será declarado indigno para heredar la fortuna de su padre. Andreu era el único heredero, ya que su progenitor eliminó del testamento días antes del crimen a sus otros hijos. Su abogado defensor, Laureano Arquero, destacó que los hechos eran deleznables y reprochables y que no se podían justificar, pero subrayó que había que entender este tipo de conductas, ya que existía un conflicto familiar previo entre los padres del acusado, desazón, desesperación, presiones y aislamiento de su entorno familiar.

Por su parte, el otro acusado, Francisco Abas, quien alegó en un primer momento que estaba enamorado de Andreu y que lo había hecho por amor, declaró ayer que vino a Mallorca "a matar a su padre". El joven recordó que era la segunda vez que viajaba a la isla. Reconoció que ambos intentaron matar al empresario la madrugada del 29 de junio de 2013. "Él estaba dormido cuando subimos a la habitación. Le pegué con un palo con una cinta, mientras Andreu me alumbraba con una linterna", apuntó.

Al día siguiente, le agredió con un palo con clavos en un extremo cuando el perjudicado se hallaba en el pasillo, junto al dormitorio, en la última planta del chalé de Alaró. "Yo le pegué el primer golpe. Lo tenía delante en el momento en el que su hijo le enseñaba el móvil. Andreu luego le golpeaba con el martillo. Le pegamos los dos al mismo tiempo", agregó, coincidiendo con la declaración anterior de su amigo. Francisco, vestido con vaqueros y polo azul, el cabello peinado hacia delante y la cara marcada, se mostró más nervioso. También admitió que la víctima no pudo defenderse. Su padre, su abuelo y su madrastra escuchaban atentos entre el público. Los dos asesinos, tras el crimen, limpiaron a fondo durante nueve horas el chalé, pero dejaron rastros de sangre. Dos semanas después, al acabar el funeral del empresario, ambos fueron detenidos por la Guardia Civil y confesaron los hechos. Ayer, en el turno de la última palabra, pidieron perdón y se mostraron arrepentidos. Horas después, por la tarde, el jurado les declaró culpables de asesinato.