Un padre y su hija fueron juzgados ayer en Palma por presuntamente propinar una paliza y amenazar de muerte a un sacerdote septuagenario de la isla en su domicilio en enero de 2014. Los dos acusados, ambos de origen boliviano, negaron los cargos si bien alegaron que el capellán había sido el culpable de la separación de su mujer y madre, respectivamente, al haberse entrometido en el matrimonio. La víctima, Jaime Palmer Riera, de 72 años, que colaboraba en la parroquia de Sant Sebastià celebrando las misas de tarde, falleció el pasado mes de abril debido a una enfermedad. Su hermana destacó ayer en la vista oral que su estado de salud empeoró de forma notable tras la agresión sufrida y el miedo que pasó. Como consecuencia de la paliza, el cura resultó herido grave, precisó puntos de sutura y estuvo hospitalizado ocho días.

En su declaración policial efectuada durante su ingreso en una clínica de la ciudad, el perjudicado confirmó que fue amenazado de muerte, le intimidaron con un cuchillo de grandes dimensiones y le golpearon en el rostro y también en la cabeza con el marco de un cuadro. La víctima culpó a padre e hija del ataque, quienes se enfrentan a sendas penas de ocho años de prisión, como adelantó DIARIO de MALLORCA, y recordó que ya había recibido insultos el año anterior porque le responsabilizaban de la separación del matrimonio en 2012, extremo que negó el capellán. Según su versión, el sospechoso es un hombre muy celoso y él se había limitado a ayudar en la parroquia a su esposa, quien limpiaba su domicilio varias veces por semana. Un testigo, el expárroco de Sant Sebastià, Alfredo Miralles, confirmó este extremo ayer ante la sala y recalcó que no existió ningún tipo de relación sexual entre el sacerdote y la exmujer del imputado. "La víctima solo intervino para evitar que la mujer abortara de su último hijo. La convenció para que no abortara", precisó el testigo.

Mientras, los acusados negaban con la cabeza, sentados en el banquillo. La joven encausada admitió ayer que golpeó al cura en la cabeza "sin querer" con el marco de una fotografía de su madre que el capellán tenía en casa. "Vi el cuadro de mi madre con mi hermano colgado en el salón. Lo cogí, fui a la cocina y se lo mostré. Le pedí explicaciones. Le pregunté 'por qué, por qué, por qué' lo tenía en casa. Entonces, él se levantó agresivo y me dijo 'dame esa foto'. Me sorprendió su reacción. Sin querer le di en la cabeza. No fui con esa intención. No quería agredirle, simplemente fue un accidente", se lamentó entre lloros la muchacha. La sospechosa negó haber amenazado al padre Jaime con un cuchillo: "No pasó eso. Yo no cogí un cuchillo. Eso son inventos. Y mi padre tampoco le golpeó".

La joven reconoció que el pasado 17 de enero de 2014, sobre las nueve de la noche, fue al domicilio del perjudicado en la calle Monseñor Palmer, en Palma, para hablar con él. Su progenitor le acompañaba. "Fuimos a hablar en paz y él nos dejó entrar en casa. No le empujamos ni mi padre le cogió del cuello. Le estuvimos esperando en el rellano y al vernos se sorprendió. Mi madre tenía una relación con él", alegó la imputada.

Tras el golpe en la cabeza con el marco, el cura empezó a sangrar de forma abundante. "No quería que llamáramos a la Policía y a la ambulancia. Intentábamos taponar la herida pero él se quitaba la gasa. Al final, lo llevamos al hospital con un amigo. Se quedó en urgencias y nos pidió que fuéramos a su casa a coger ropa porque al día siguiente tenía una misa. Nos dio las llaves. Mi padre se quedó con él toda la noche", añadió.

Por su parte, el progenitor encausado recordó que él solo acompañó a su hija a casa del cura porque ella quería hablar con él. "Yo no quería ir, me parecía mala idea. Mi hija no le amenazó con un cuchillo y yo tampoco le dije 'le voy a matar, hoy es su último día, me da igual pasar diez años en la cárcel, has destrozado mi familia, esta noche vas a ver a San Pedro'. Eso es mentira", subrayó el hombre, quien tiene una orden de alejamiento de su exesposa y una condena por maltrato. El sospechoso también negó haberle obligado a sentarse en una silla en la cocina y haberle golpeado con la mano en la mandíbula. "No estaba obsesionado con él", indicó.

La hermana del cura fallecido explicó que tuvo que cambiar de habitación en la clínica porque tenía miedo del acusado. "Estaba triste. Decía que había ayudado mucho a esta gente y mira cómo se lo estaban pagando", recordó.

Un policía nacional manifestó que la imputada le dijo que quería disculparse ante el cura porque le golpeó con un marco por la rabia que tenía. Esta agresión también se la confesó a un amigo, según explicó este testigo.