­El punto en el que se perdió la señal del vuelo está a 3.100 kilómetros de los hogares en Mallorca de Isabel Gost y Agustín Comeron, marcados ayer por la consternación, el silencio y la angustia. Ambos son vecinos queridos y conocidos. Él, nacido en Badajoz hace casi cinco décadas, vive en una casa en sa Cabaneta, Marratxí, hasta donde se desplazó ayer el alcalde de la localidad, Tomeu Oliver, para hablar con sus dos hijos y su mujer, durante muchos años trabajadora de Diario de Mallorca. "No quieren decir nada aún, no tienen confirmación oficial y quieren conservar la esperanza".

Ya por la mañana, las familias de ambos pilotos habían recibido a representantes de Swiftair en su casa, donde, acompañados de psicólogos, les explicaron que el avión estaba desaparecido. Pero la esperanza es tan tenaz como los dos pilotos desaparecidos, a los que sus amigos y conocidos describen como luchadores irredentos que rehicieron sus carreras tras el cierre de Spanair y volvieron a hacer lo que no dejaron de hacer hasta su último aliento: volar.

Así que también se aferraban a la esperanza en sa Pobla, el hogar de Isabel Gost, persona conocida y muy querida por un pueblo del que era ciudadana activa. Los vecinos se acordaba ayer de su defensa del patrimonio arquitectónico local, recordando cómo durante años, con Jaume Font como alcalde, mantuvo una dura pugna con el Ayuntamiento para defender el casal de Can Gaieta, un edificio imponente que cuidó y rehabilitó personalmente. Ayer el propio Font se acercaba al domicilio de los padres a arroparles y acompañar a los dos hermanos menores de Isabel y a sus dos sobrinos en su momento más duro, compartido por un pueblo conmocionado.

Lo destacaba otro vecino, Pau Siquier, que mostraba su profundo pesar al recordar a una mujer de 40 años a la que conoce desde niña. La describía con emoción como "una persona culta, implicada y familiar", que decidió convertirse en la primera mujer piloto de la zona, en vez de seguir la senda del negocio agrícola de su familia. De hecho, no era solo la primera mujer piloto de un pueblo con cinco pilotos, sino era una de las primeras mujeres piloto: formó parte de la primera promoción de chicas que se lanzaron a despegar y ganar su título en el aeródromo de Son Bonet.

Su vocación no se truncó siquiera cuando el final de Spanair la apartó del cielo, al igual que le pasó a Comerón, también piloto en la extinta compañía mallorquina y también emigrante en busca de ese cielo que le daba la vida y ayer se la arrebató.

Ella buscó durante un tiempo una salida en la educación: mujer sin hijos, decidió fundar la guardería Confit, a 200 metros de su casa. Pero su pasión por volar volvió a llamarla, dice otra vecina y amiga, Francisca Riera,que asegura que "hace un mes empezó a hacer estos vuelos, en los que llevaban también niños dentro de un proyecto humanitario". "Echaba de menos su casa y a sus padres", añadía Riera, mientras por el pueblo se propagaba el rumor de que el Ayuntamiento estaba incluso planteándose suspender las fiestas de sa Pobla, que estos días se celebran. Al final la fiesta seguirá adelante, pero no será lo mismo. Faltan Isabel y Agustín. Y Mallorca llora mientras tanto por su desaparición.