Casado y con dos hijos, Agustín Comerón, natural de Badajoz, es un piloto veterano que nunca ha perdido su pasión por volar. Ni siquiera cuando, como le ocurrió a Isabel Gost y a miles de trabajadores más, el cierre de Spanair le ancló en tierra. Comerón (de unos 48 años, cuentan sus conocidos) ha buscado nuevas opciones, y acabó pilotando en Africa el McDonnel Douglas 83 de Swiftair en el que ayer comandaba el vuelo, una de esas grandes rutas que, según explican quienes le conocían, le encantaba recorrer. Partía de Burkina Faso pero nunca completó los 2.700 kilómetros que le separaban de su destino, Argel. El vuelo AH5017 se perdió cuando sobrevolaba el norte de Mali, apenas 28 minutos después de despegar y justo unos instantes más tarde de pedir un cambio de ruta para esquivar una fuerte tormenta. Fue su última comunicación antes de desaparecer.

Ayer en sa Cabaneta, su mujer, Maite Vizcaíno, también extremeña y durante muchos años trabajadora en el departamento comercial de Diario de Mallorca, y sus dos hijos (un chico y una chica) lloraban su desaparición a 3.100 kilómetros de casa, hasta donde se había ido para perseguir su amor por el vuelo.